Ianire Angulo Ordorika
Profesora de la Facultad de Teología de la Universidad Loyola

Los amigos, según la Biblia


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A nadie se le escapa que estamos en una época muy dada al contagio del coronavirus. Aunque a mí se me haya “pasado el arroz” de los botellones y de las fiestas masivas, este tipo de actividades está disparando los índices de contagio entre los más jóvenes. Si algo hemos aprendido durante este último año es la importancia de la prudencia y cómo cuidamos mejor a los demás si somos cuidadosos con nosotros mismos. Pero también hemos experimentado cuánto necesitamos las relaciones personales y el contacto. Por más que los hospitales no se estén saturando gracias a la vacunación, era de prever el aumento de casos de Covid-19, pues las vacaciones es época de ocio. Además, hay un elemento esencial del descanso que no conviene olvidar: el encuentro con los demás.



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En estos días, en los que parece que es más fácil combinar horarios, yo también he disfrutado de encuentros y reencuentros con amigos… y ¡qué necesarios son! Hay un descanso que es físico y que pasa por recuperar horas de sueño, aflojar la presión, que siempre conllevan las responsabilidades y sus tareas, y buscar espacios para dedicarlos a esas actividades que disfrutamos y para lo que no siempre encontramos un momento oportuno. Además, hay otro descanso también muy necesario y que es afectivo. Tiene que ver con reencuentros, con invertir tiempo en charlas tranquilas, en comidas sosegadas, en balances compartidos sobre los meses pasados y en, simplemente, estar con quienes te sientes “en casa”. Dicen que los amigos son la familia que se elige y, desde luego, es un privilegio contar con ellos.

Ocio. Gente sentada en terrazas

La tradición bíblica tiene muy clara la importancia de tener esta “familia elegida”. Ben Sira no tiene ningún reparo en considerar que el amigo es un apoyo seguro y un tesoro de valor incalculable. Lo califica, incluso, de “elixir de vida” para quien lo tiene (cf. Eclo 6,14-17). Desde esta experiencia, no me extraña nada que el evangelio de Juan se permita intuir aquello que rondaba el corazón de Jesús y ponga en su boca palabras de ternura y confianza para con sus discípulos. Por más que Él sea el Maestro y el Señor, a ellos les llama amigos (cf. Jn 15,15). Disfrutemos del respiro que supone encontrarnos con amigos, aunque sea con todas las precauciones necesarias.