Trinidad Ried
Presidenta de la Fundación Vínculo

Llorar, un verbo clave para sanar(nos)


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En un mundo donde se nos valora por ser exitosos, por adquirir más y más y por una engañosa “felicidad” entendida como una eterna sonrisa, quedan fuera experiencias absolutamente inevitables de nuestra existencia como son los sufrimientos, las pérdidas, los cierres de ciclos, las despedidas y toda la variedad de emociones que conllevan, que muchas veces se manifiestan en lágrimas.



Aprender a llorar, hombres y mujeres, es parte de nuestro equilibrio vital, madurez y liberación para soltar ciertos vínculos que ya no son nutritivos o han cumplido su tiempo y es necesario avanzar. Sin embargo, poco y nada sabemos sobre cómo hacerlo; es más, muchas veces llorar es mirado como sinónimo de debilidad.

Aprender a llorar

Los humanos somos la única especie que llora por motivos emocionales y se activa cuando el organismo percibe un estado de alerta y envía las lágrimas a los ojos como reacción. Un componente bioquímico fundamental de la lágrima es el cortisol; por eso, uno se libera de tensión al llorar y obtiene otros beneficios como:

  • Liberación emocional: llorar es una de las formas más directas y naturales de liberar emociones acumuladas. Ya sea por tristeza, alegría, miedo, alivio o frustración, el llanto nos permite expresar estas emociones de manera segura y saludable. Es como si nuestra mente estuviera deshaciéndose de emociones innecesarias o dañinas.
  • Sanación y alivio: muchas veces, después de un buen llanto, podemos sentirnos más tranquilos y en paz. Esto se debe a que llorar puede actuar como un mecanismo de liberación de la tensión emocional y el estrés acumulado. Nos ayuda a sanar y a aliviar el dolor emocional que podemos estar sintiendo.
  • Autoconocimiento: llorar también puede ser una herramienta de autoconocimiento. Cuando nos permitimos llorar, estamos en realidad permitiéndonos sentir nuestras emociones en lugar de ignorarlas o reprimirlas. Esto puede llevar a una mayor comprensión de nuestras propias emociones y cómo reaccionamos a ciertas situaciones.
  • Conexión emocional: llorar en presencia de otros puede ayudar a fortalecer nuestras conexiones emocionales. Al mostrar nuestra vulnerabilidad, podemos llegar a tener relaciones más profundas y significativas. Nos hace más humanos y nos permite conectar con los demás a un nivel más emocional.

El lenguaje bellísimo de las lágrimas

Permitirnos a nosotros mismos y a otros llorar será nuestra responsabilidad, y nos ayudará saber la infinita riqueza que podemos atesorar adquiriendo estos “fonemas” que van mucho más allá de la mera catarsis emocional. Un pequeño desglose nos puede ayudar a ver de qué y cómo lloramos y sacar una imagen más acabada de nuestro ser y su sensibilidad:

  • Llorar de tensión: cuando hemos soportado los nervios de algo por mucho tiempo.
  • Llorar de emoción: cuando nos sentimos profundamente amados y/o amando y las palabras no son suficientes.
  • Llorar de tristeza: es lo que nos conecta con una pérdida o presencia.
  • Llorar de rabia: es la impotencia de no ser comprendido.
  • Llorar de risa, de placer, de soledad, de miedo, de nervios, de desconsuelo….

Las lágrimas son otra forma de llegar al interior del ser humano. De ahí la importancia de detenernos en ellas, no reprimirlas, sino contemplarlas con amor y compasión y ver dónde nos llevan estos pequeños o grandes riachuelos internos. Sí, porque el llanto muchas veces nos pone en contacto con el lado más oscuro de nuestra existencia, a donde la verbalización y la razón no alcanzan a llegar. Dejar que fluyan y descubrir la verdad que ocultan es la forma de integrar nuestro misterio humano. Solo al llorar se produce una suerte de transformación purificadora.