Las huellas de un pecador


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“El bien, como también el amor, la justicia y la solidaridad, no se alcanzan de una vez para siempre; han de ser conquistados cada día”. Capítulo primero de la encíclica ‘Fratelli Tutti’, papa Francisco

El magisterio del papa Francisco

El mundo ya no es lo que antes era, un mundo de armonía y conflictos, de sesgos y voluntades, de guerras y miserias. Hoy ya no es eso, es peor, y en esas condicionas de calamidad, la luz de la palabra y el ejemplo que calza el papa Francisco nos dice con la fuerza de su legado que debemos amar al prójimo con la puntualidad del carácter como católicos (as) y ciudadanos (as) del globo.



La doctrina social de la Iglesia Católica no solo establece una inspiración para mil doscientos millones de católicos (as) en el mundo, sino que nos señala el camino correcto, nos da las fuerzas y nos forma la moral invencible de ser guerreros ante el apocalipsis monumental de una sociedad colapsada por la destrucción del medioambiente, las pandemias, la miseria social, la incultura política, la ambición del dinero, las cruentas guerras contra el derecho humano por la vida, la salvaje explotación del hombre, como un lobo acechando las necesidades del menesteroso, como las monedas lanzadas en la mesa donde se sirve el pan de los pobres en la última cena o como en cada Judas, donde se vende la conciencia de la corrupción brutal y genocida en sistemas de los grandes capitales públicos y privados.

En este legado para la humanidad, Francisco nos suelta las amarras en el velero de la alta mar, para conducirnos hacia un mundo mejor de bienestar, libertad y paz, pero no la paz de los panteones que ofrecen los políticos, sino la paz con las alas de la justicia, más no la que surge de los tratados de guerra, sino de los tratados de moralidad cristiana que estructura y encarna los pies del señor Jesús que cruzo los mares de la ignominia.

Doscientas páginas han de volar con nuestro corazón abierto para encontrarnos con el mundo despedazado y armarlo pieza por pieza hasta reconstruir con las manos heridas, pero con la fuerza y la voluntad del amor, hacia la trascendencia espiritual que es la más alta categoría del prójimo libre.

En Fratelli Tutti, Francisco nos deja un legado calzando en las sandalias de aquel pescador de hombres en alta mar, y que hoy en sus huellas está Francisco, nuestro Francisco.


Por Abg. Gabriela Castellanos. Directora ejecutiva del CNA, Tegucigalpa, F. M., Honduras y miembro de la Academia Latinoamericana de Líderes Católicos.