Dice Eduardo Chillida en su obra: “Aromas y pensamientos “ (1998): No se ve sino lo que se tiene ya dentro del ojo. Se ve bien teniendo el ojo dentro de lo que se mira”
La mirada se va construyendo a partir de lo que ve y también de lo que se mira. El modo en que miramos se va afinando desde lo vivido y lo elegido. El lugar vital (no sólo físico) desde el que nos situamos acaba condicionando la manera de mirar y ,por ende, de ser y de estar. Vivir bien la vida tiene que ver con mirar bien y con ubicarse bien. Aprender a vivir no puede separarse de aprender a mirar.
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Se trata por tanto, parafraseando a Chillida, de averiguar “lo que se tiene dentro del ojo”. En la película “Perfect days” (Wim Wenders 2023), la manera de mirar de Hirayama, el protagonista, le ayuda a ver bien y a estar bien. Su mirada se construye desde una rutina en la que el trabajo cuidadoso, la música adecuadamente elegida, el mimo por las plantas y la escucha van construyendo una mística entre retretes. (El trabajo de Hirayama no es otro que limpiar los baños de Tokio.)
A lo largo de la película, el espectador, la espectadora, van descubriendo de qué manera la mirada de Hirayama es inseparable de su manera de estar en la vida. Una manera que transforma la realidad de las personas con las que se encuentra.
Algo similar sucede con Manuel Vital, el protagonista de la película “El 47” (Marcel Barrena, 2024), quien tiene en su mirada de emigrante charnego la memoria de haber sido expulsado de su Extremadura natal después de que su padre fuera fusilado por los falangistas. Esa mirada doliente se va enriqueciendo a partir de gestos de cuidado, de solidaridad, de lealtad, de apuesta vecinal por la dignidad. De una lucha que, en un momento concreto se concreta en intentar que llegue el autobús urbano a un barrio de la periferia de Barcelona sin luz ni agua corriente, pero que va mucho más allá y atraviesa toda la vida del protagonista.
En la película “En los márgenes” (Juan Diego Botto, 2022) Azuzena, una de las protagonistas se apoya, para no ser desahuciada, en quienes han decidido no resignarse y sostenerse en la defensa de sus derechos a través de asociaciones anti-desahucio. Su mirada es radicalmente distinta de la de su marido, que adopta una actitud derrotista propia de quien ha perdido toda esperanza.
La mirada lleva a la pregunta. La pregunta a otra mirada. La mirada a otra pregunta. Aprender a preguntar lleva a aprender a mirar. Por eso Eduardo Chilida afirma “es bastante sencillo: rodo se reduce a aprender a preguntar” (Chillida 1998). Sin embargo es importante no cansarse de preguntar.
Sila mirada está distraída, si la mirada está fuera de los lugares “de conflicto” (entendidos como aquellos en los que entran en pugna intereses y valores en los que se juega la dignidad humana), la pregunta no surge ni por casualidad y por tanto no opera transformación alguna en la realidad.
La mirada de Helena Maleno, presidenta de la ONG “caminando fronteras”, que recientemente presentaba en Madrid el informe “Monitoreo derecho a la vida 2024” ponía delante de los ojos de los asistentes al acto, a las 10.547 personas, con nombre y apellidos que perdieron la vida en las rutas de acceso a España durante el pasado año. Un escándalo que no sale en las noticias y que en estos momentos sigue arrojando su goteo inexorable de víctimas. Gracias a miradas como las de Helena Maleno es posible la denuncia y la transformación. Una transformación para la que no se debe ahorrar un solo minuto, como bien repetía el recientemente fallecido Federico Mayor Zaragoza.
Denuncia a los opresores
Jesús de Nazaret miraba. El Nuevo testamento está plagado de las miradas de Jesús en escenarios de frontera, en escenarios de conflicto. Una mirada que incomodaba y desasosegaba a quienes ostentaban el poder en su época porque era una mirada transgresora y dignificadora de la persona que denunciaba a los opresores. Por eso le mataron.
Situar la mirada no es una opción ni un entretenimiento. No lo es para quien se preocupa por sus semejantes. No lo es para quien se duele de las injusticias. No lo es para quien espera y aspira a otra manera de vivir y relacionarse con el otro. Porque como bien dice la canción de Horacio Guarany que tantas veces ha cantado Mercedes Sosa:
Que ha de ser de la vida si el que canta
No levanta su voz en las tribunas
Por el que sufre, por el que no hay
Ninguna razón que lo condene a andar sin manta
Toca, por tanto, preguntar. Toca, por tanto, mirar.