La cercanía con el pueblo y el populismo


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El papa Francisco recibió a los obispos venezolanos y conversó con ellos algo más de dos horas. La reunión se realizó en el marco de la visita ‘ad limina apostolorum’ que periódicamente realizan los obispos de los distintos países al Vaticano, pero en este caso el encuentro tuvo especial importancia considerando la dramática situación que se vive en ese país latinoamericano.

Al terminar el encuentro, la Conferencia Episcopal Venezolana destacó la insistencia del Papa en señalarles a los obispos la importancia de que permanezcan cerca del pueblo en estas difíciles circunstancias. Según señaló José Luis Azuaje, el presidente de ese episcopado, el Santo Padre les dijo “mantengan la cercanía con el pueblo, siempre” y resaltó el prelado: “En eso insistió, por activa y por pasiva”.

Si bien en muchas oportunidades el Papa repite palabras similares a obispos de todos los países, en este caso conviene detenerse sobre estas expresiones teniendo en cuenta las características del Gobierno venezolano y considerando, además, algunas críticas que se hacen al Papa, a quienes algunos consideran cercano al régimen de Nicolás Maduro y con ciertas preferencias por los gobiernos populistas. ¿Qué significa que en el contexto de un gobierno considerado internacionalmente como ‘populista’ el Papa pida a los obispos que “mantengan la cercanía con el pueblo”?

Popular vs Populismo

En un libro publicado recientemente, ‘El Papa Francisco. Latinoamérica’, que refleja una larga entrevista realizada por el periodista Hernán Reyes Alcaide, el Santo Padre analiza detenidamente el tema del populismo. Allí aparecen precisiones importantes que habitualmente no son tenidas en cuenta, ni por los apresurados críticos del pontífice y ni por las reiteradas simplificaciones periodísticas. En esa oportunidad Francisco señala que ‘popular’ es “quien logra interpretar el sentir de un pueblo, lo que puede ser la base para un proyecto transformador y duradero”; en cambio ‘populismo’ “expresa la habilidad de alguien para instrumentalizar al pueblo”.

Está claro que para Francisco no es lo mismo la cercanía con el pueblo que el populismo; en el segundo caso no se trata de “cercanía” sino de “manipulación”, de utilización del pueblo. Lo que el Papa les dice a los obispos venezolanos es que estén cerca del pueblo, especialmente de los que más sufren, que en el caso de Venezuela son los que han tenido que abandonar su país y se han convertido en el mayor número de migrantes por razones políticas que conoce la historia de Latinoamérica.

Para mayores precisiones conceptuales Francisco agrega en esa entrevista que “no sería sano crear una dicotomía entre lo popular y lo republicano, entre la democracia y las aspiraciones de los pueblos, porque ambas cosas son necesarias y separarlas u oponerlas no tendría futuro”. Más adelante, probablemente para despejar las dudas de quienes lo critican por no intervenir más directamente en la crisis venezolana, Bergoglio dice: “No puede esperarse de la Santa Sede o del Papa que pretendan definir cuándo un gobierno es legítimo o no lo es. Solo se puede esperar que la Santa Sede defienda a los desprotegidos, que aliente el diálogo y la libertad, que reclame ante violaciones de los derechos humanos, pero no que se sitúe en el medio de contiendas políticas locales como si fuera un actor político más.”

El lugar de la jerarquía

Al indicarles a los obispos de Venezuela el lugar desde el que deben hablar y actuar, está mostrando el sitio desde el que él mismo habla y actúa; además, está diciendo a todos los obispos desde dónde deben intervenir en este tipo de cuestiones. Nuevamente es conveniente recordar el contexto de estas afirmaciones: no solo es algo importante en este país hermano, es un tema trascendente en un lugar como Latinoamérica, en donde tantas veces la jerarquía de la Iglesia no se ha presentado cercana a los pueblos sino a las clases dirigentes, a los más ricos, a los poderosos y en algunos casos a los peores y más inescrupulosos corruptos o dictadores.

El tema es muy importante porque tener claro el lugar desde el cual se habla es fundamental para ser creíbles. Lamentablemente son muchas las experiencias negativas: cuando el pueblo observa a la jerarquía de la Iglesia como un integrante más de la dirigencia política, entonces las palabras y los gestos de esa jerarquía no se comprenden y el anuncio de la Buena Noticia de Jesús se desdibuja en un mar de malentendidos.