La CEAMA, ríos que confluyen para dar forma a los sueños del pueblo de Dios con el papa Francisco


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Así como los ríos, con sus distintos afluentes, los cuales comienzan con pequeños hilos de agua, hemos ido avanzado en conexión con las distintas experiencias eclesiales en la Amazonía, deseando escuchar, acoger y acompañar en cada sitio donde se ha dado la posibilidad del encuentro. Sin duda, el Sínodo Amazónico dio un impulso de vida en el cambio de perspectiva, una verdadera conversión integral, donde la periferia se ha convertido en centro para abrir posibilidades a ‘lo nuevo’.



A partir de las más diversas escuchas territoriales –honrando las voces de los pueblos y comunidades– hasta llegar al Documento final con más de 150 propuestas concretas que no podemos dejar que se queden guardadas,  olvidadas como tantas otras experiencias que estaban llamadas a dar vida, y posteriormente se nos ha regalado la Exhortación Apostólica del Papa, Querida Amazonía, donde nos presenta sus cuatro sueños: social, cultural, ecológico y eclesial, los cuales tejen con la vida y las voces del propio pueblo. Como fruto directo de este avance de las aguas ha nacido la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA), resultado de todo este proceso, como una acumulación de vida, pero también como una respuesta concreta –a la luz la revelación de Dios– a una realidad lastimada, herida, afectada, donde pueblos y comunidades están sufriendo situaciones de injusticia.

Esta conferencia eclesial es, entonces, un acumulado de caminos, posibilidades, vidas, encuentros e incluso desencuentros. Poco a poco se ha ido purificando la intención, es decir, vamos desentrañando con más delicadeza y cuidado lo que Dios nos ha querido decir no solo en estos últimos años, sino en décadas. Y vamos siendo cada vez más conscientes de su voz, de su Palabra, de lo que nos va revelando, y nos hemos ido poniendo en marcha para ir tejiendo el camino del Reino, al que vamos sumando más manos en una propuesta inédita, con implicaciones reformadoras para la Iglesia Universal en clave de Sinodalidad y sobre todo buscando responder de modo concreto y sólido a los llamados del Espíritu que resultan del discernimiento de todo un camino sinodal Amazónico.

Tejiendo juntos posibilidades de ser más Iglesia en la Amazonía

Aunque sea más difícil tejer con muchas personas, es imprescindible superar las visiones fragmentadas y desarrollar más espacios para discernir juntos y juntas. La CEAMA es eso, un intento en construcción, imperfecto, pero que responde a la opción de aprender a tejer de modo conjunto a partir de los frutos de un camino sinodal con fuertes y muy complejos desafíos que han sido asumidos como compromisos concretos en el Documento Final del Sínodo.

No podemos dejar que esos llamados, que ahora hacen parte del magisterio, se queden en buenas intenciones o llamados olvidados. Hay muchas propuestas que surgieron del Sínodo Amazónico que no pueden realizarse de manera aislada por las jurisdicciones eclesiásticas o por las iglesias particulares o domésticas; tampoco la Red Eclesial Panamazónica (REPAM) puede llevar adelante tareas que pondrían en riesgo su identidad de red, de ser una plataforma ligera con servicios puntuales de articulación, para convertirse en otra estructura institucionalizada abandonando su carisma inicial y su llamado particular en la Iglesia.

Hay muchos emprendimientos que el Espíritu nos ha revelado, que nos superan en dimensión, en institucionalidad, capacidad, y que requieren una visión de largo plazo, y sostenida en el tiempo. Pues esto es lo que viene a ser la CEAMA, y asumir este compromiso nos pide que purifiquemos la intención de quienes se niegan a una ‘metanoia’ en el sentido de reconocer que se necesitan nuevos modos y nuevos caminos para responder a desafíos inéditos o de complejidad mayor en el sentido estructural-institucional de la Iglesia.

Como en todo el camino sinodal, con relación a la CEAMA tenemos algunas posiciones que quieren evitar cualquier cambio en un sentido de ‘conservar’, pero también tenemos posiciones que rechazan cualquier cambio en un sentido de defender una visión unívoca, ideológica, que termina también oponiéndose a los nuevos caminos y haciendo el juego a los que quieren impedir conversión y reforma, en estas dos actitudes parece que no hay espacio para el Espíritu. La Iglesia es diversa, es como expresa la primera carta a los Corintios, con la imagen del cuerpo, donde cada parte tiene su función específica que es necesaria, y donde existe un sentido de unidad en la complementariedad.

La CEAMA es una invitación a lo nuevo, a lo inédito, a ir avanzando incluso más allá de lo que estos últimos años hemos considerado como esencial: continuar la ruta del sínodo, desde lo que hemos escuchado y vivido. Es tiempo de que dispongamos nuevos odres para poder recibir el vino nuevo, manteniendo y cuidando todos aquellos otros procesos que complementan y que convergen, los vinos añejos que han dado sentido y siguen siendo extraordinaria fuente de vida. No se trata de sustituir, derrumbar o negar lo existente, sino de dar espacio a los nuevos caminos que el Espíritu nos presenta.

La CEAMA debe seguir dialogando con la REPAM para tejer caminos de profunda comunión en la diferenciación, con la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos-as (CLAR), con las Cáritas, con las iglesias locales, con otras instituciones, y por supuesto con el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM), con el que está vinculado de manera orgánica, para asegurar la complementariedad, para no caer en tensiones, y sobre todo para desarrollar lo propio de su llamado particular, pero con autonomía.

Un organismo vivo con capacidad de acompañar y responder a desafíos estructurales eclesiales

Creo que es muy claro que el Sínodo nos abrió nuevos caminos y nos sigue pidiendo valentía para emprenderlos. Precisamente la CEAMA expresa eso: es una Conferencia, no es una comisión; por lo tanto, tiene una gran estatura en cuanto identidad orgánica, peso propio, capacidad de impulsar procesos de largo aliento y de construcción institucional, frente a lo que el Sínodo nos ha dado como frutos de enorme dificultad. En este sentido, debemos consolidar esa identidad.

Por otra parte, es eclesial, no es una estructura solamente episcopal, pero también lo episcopal hace parte de lo eclesial. Recuerdo que la Episcopalis Communio invita a los pastores a ir a veces delante, a veces en el medio, a veces detrás del pueblo, siempre con él, para reconocer en el ‘sensus fidei’ del Pueblo la capacidad de revelación de Dios a través de su modo de creer. En este sentido, se abre paso a una condición de sinodalidad que irá evolucionando también a nivel estructural, orgánico y estatutario, para que haya una participación más amplia y sea más plenamente Eclesial de modo progresivo.

Y en el sentido territorial, al ser una instancia Amazónica, seguimos intentando abrazar y asumir el planteamiento de respetar y celebrar la diversidad que compartimos en el Sínodo amazónico, expresión de una plena catolicidad en la Iglesia, y donde la CEAMA pueda ofrecer un vehículo concreto en medio de las diversas pandemias, por el COVID, y las muchas otras sociales, políticas, culturales y económicas, que tantas vidas siguen arrebatando, sobre todo a los pueblos originarios, pues muchos intereses particulares están explotando como nunca el territorio, y amenazando la vida de los líderes de las comunidades.

Reconocer la necesidad de asumir una voz profética

Por ahora, las prioridades específicas de la CEAMA siguen configurándose, en medio de un profundo discernimiento, diálogo con los diversos participantes del proceso, y sobre todo a la luz de los frutos del Sínodo. Sin embargo, percibimos claramente que hay elementos dentro de los sueños del Papa Francisco en Querida Amazonía que nos interpelan de modo particular. El sueño social, por ejemplo, que tienen que ver con la creación de un Observatorio de la realidad para fortalecer el trabajo de quienes hacen una defensa y el acompañamiento a los pueblos originarios en la protección de sus territorios.

En cuanto al sueño cultural, la red de Educación Intercultural bilingüe, la Universidad Católica Panamazónica, la red para procesos de salud intercultural en la Panamazonía, hacen parte también de las acciones que han ser priorizadas en la CEAMA. Luego, en el sueño ecológico, la definición, configuración y desarrollo de todos los aspectos asociados a constituir la categoría de pecado ecológico, los ministerios de los protectores de la casa común, y otros compromisos en este sentido.

Finalmente, en el sueño eclesial deberá asumirse todo lo que tiene que ver con la definición de un rito amazónico, los procesos formativos de promoción y desarrollo  del diaconado permanente, de los ministerios especiales para las mujeres como coordinadoras de comunidades, el acompañamiento para la promoción de un liderazgo más explícito de la mujer en la Iglesia. Incluso, el camino que requiere de un continuo discernimiento sobre los ministerios especiales para hombres casados, probados en la fe, que vengan de las propias comunidades.

Nuestra Iglesia que se comprometió a ser aliada, necesita equiparse de modo adecuado con la capacidad de escucha y discernimiento, pero también con los elementos necesarios para responder, es decir, tener medios adecuados, instrumentos propicios. Se requiere de una canoa adecuada para navegar estas aguas, del conocimiento de quienes han estado ahí tanto tiempo para guiar el camino, de la escucha real a los que viven ahí con su propia identidad y cosmovisión. Necesitamos que la CEAMA se vaya convirtiendo cada vez más, y progresivamente, en esa canoa que pueda navegar de modo armónico las corrientes de los ríos del gran Amazonas para llegar, en serio, y responder a las tantas llamadas que recibimos desde los gritos de los pueblos y de la madre tierra, que son un solo grito.


Por Mauricio López Oropeza. Director del Centro Pastoral de Redes y Acción Social del CELAM