Jose Fernando Juan
Profesor del Colegio Amorós

Juegos Olímpicos y relevos


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Desde que se retomaron las Olimpiadas en la época moderna, en Atenas 1896, se ha visto este evento global desde todos los prismas posibles. En su rica historia, en sus sucesivos encuentros, las sociedades han tenido la oportunidad de plantearse grandes dilemas para la convivencia. De todo tipo: económicos, culturales, sociales, políticos, artísticos, utópicos. No se equivocan mucho quienes ven en ellos formas de conflicto y una cierta lucha por la superación cultural, no solo como expresión de la excelencia de sus propios atletas.



Solo hace falta ver, por ejemplo, los deportes integrantes y cómo han ido cambiando, la presencia de las mujeres y su relevancia en los medios y la organización, la estética e indumentaria de los participantes junto a desarrollos tecnológicos de todo tipo, la importancia de los lugares en los que se realiza y las medidas que se toman para ello con todas las implicaciones económicas nacionales y locales que tiene esa decisión, o el último cambio respecto a los abanderados. Además, todo el desarrollo de Juegos Olímpicos integrados en la misma línea de eventos. Un programa completo y suculento, que revisar con cuidado.

Récords de velocidad

La prueba reina sigue siendo los 100 metros lisos. Cuyos espectadores mundiales superan con creces otro tipo de deportes. Actualmente, la mejor marca en hombres es para el jamaicano Usain Bolt con 9,63 segundos conseguida en 2012 y la estadounidense Florence Griffith con 10,62 segundos alcanzada en 1988. Evidentemente, esta prueba está muy emparentada, como se puede ver, con los 4 x 100 metros. Es decir, los relevos de cuatro deportistas de la misma nacionalidad que repite los 100 metros cubriendo toda la pista, con sus dos curvas y sus dos rectas, entregando un testigo. Jamaica vuelve a conseguir el récord en 2012 con Usain Bolt en la recta y foto final, con una marca de 36,84 segundos. Ese mismo año el equipo de mujeres de EE UU superó el anterior cubriendo la pista en 40,82 segundos, que es también récord del mundo. Los 400 metros lisos, hechos por única persona, quedan así en sus mejores marcas: el sudafricano Wayde avn Niekerd consiguió realizar la distancia en 43,03 segundos el año 2016, siendo también récord del mundo y la francesa Marie-José Perec en 48,25 segundos en 1996.

Juegos Olímpicos Tokio 2021

Si esta comparación la hiciéramos en metas más largas, veríamos mucho mejor la fuerza del relevo. Esa carrera de larga distancia en la que unos dan lo mejor de sí sabiendo de dónde vienen y a dónde van, recogiendo el testigo de parte de otros y cediéndolo al siguiente con destreza, cuando el corredor ya está lanzado. Todo con cierto orden, con el mismo objetivo. Se podría cubrir un maratón en un tiempo sorprendente. Solo harían falta más corredores dispuestos para la hazaña.

Quizá un bonito espectáculo sería, por añadir algo más a estos Juegos Olímpicos siempre en renovación, incluir una prueba final en la que todos los países compitieran unidos contra el reloj. Por ejemplo, 10.000 metros relevos de 200 metros, cada uno así disfrutaría su recta y su curva, con participantes de diferentes disciplinas unidos con un reto común. Hombres y mujeres, atletas con otros deportes, con la suma de todos los países, por supuesto. Una única equipación. El reconocimiento especial de los que participaran en ella con una insignia propia del evento y la misión de contagiar más cooperación que competición en el mundo. Es solo una ilusión, una fantasía. Algo posible, sin duda. ¿A quién hay que enviar esta petición?

Los JJOO pueden ayudarnos, como tantas veces lo han hecho, no solo a ser un pulso sobre el clima social e internacional, en el que se reflejan sus tensiones y anhelos, sino además a ser el signo que la humanidad necesita ser para su propio futuro. Dicho en términos bíblicos podríamos recurrir al famoso texto de 2 Tim 4 o de Hbr 12, pero ¿qué tal resuenan en este contexto las palabras de Ef 4: “Solícitos para conversar la unidad del espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como también fuisteis llamados, por vuestra vocación, a una sola esperanza”?