En el ya consabido espectáculo en que se suele convertir la Asamblea de la Comunidad de Madrid, hace unos días la portavoz del Grupo Socialista, Mar Espinar, quiso acusar de ladrona a Isabel Díaz Ayuso. Y solo se le ocurrió apelar a los Diez Mandamientos: “Ya que está metida en su papel de devota plañidera –le dijo–, recuérdele a su entorno el cumplimiento del sexto mandamiento. Se lo voy a recordar, que lleva más tiempo de plañidera que de devota: no robarás”. Se la dejó botando, como suele decirse, al portavoz del Grupo Popular, Carlos Díaz-Pache, que solo tuvo que responder (con un evidente pitorreo): “Le ha traicionado el subconsciente, señora Espinar. El sexto mandamiento no es ‘no robarás’, que no lo trabajan ustedes muy bien. El sexto es ‘no cometerás actos impuros’, que tampoco lo trabajan muy bien”.
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Es verdad que hay dificultades a la hora de determinar cuáles son los “diez” mandamientos en su forma actual. De hecho, las diversas tradiciones religiosas consideran los mandamientos de distinta manera. Así, los judíos y muchas confesiones cristianas desdoblan el segundo mandamiento en dos: adorar a un solo Dios y no hacerse imágenes. Por otro lado, la Iglesia católica y los luteranos consideran estos dos mandamientos que acabamos de mencionar como uno solo, pero desdoblan en dos el último mandamiento, de modo que la mujer y los bienes del prójimo queden separados. En esto se sigue el pensamiento de san Agustín: “De los siete mandamientos que se asignan al amor del prójimo, el primero es: honra a tu padre y a tu madre. El segundo: no matarás. El tercero: no cometerás adulterio. El cuarto: no hurtarás. El quinto: no dirás falso testimonio. El sexto: no desearás la mujer de tu prójimo. El séptimo: no desearás un bien de tu prójimo” (Sermón XXXIII 3,4).
Así, el sexto mandamiento para los católicos es “no cometerás actos impuros”, que es la “traducción pastoral” del “no cometerás adulterio” del texto original, que en la tradición judía corresponde al séptimo mandamiento. Y el séptimo mandamiento para los católicos es “no robarás”, que corresponde al octavo para la tradición judía.
Conocimiento de causa
En todo caso, el no robar nunca ocupa el sexto lugar entre los mandamientos. Convendría que los políticos –sean de la orientación que sean–, cuando apelan al mundo religioso como argumento contra los adversarios, lo hicieran con un mínimo conocimiento de causa.