Presidente general de JEC

¿Faltan vocaciones?


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El pasado sábado –12 de enero–, algunos sacerdotes y el Equipo General de la JEC nos reunimos en Salamanca para trabajar en torno a la ‘Acción militante y su espiritualidad hoy’. Como acompañar la espiritualidad en los jóvenes es un reto que tenemos como movimiento juvenil, y como parte de la Iglesia. Para ello, proponemos la identificación con Jesús, sus sentimientos e ideas, y su relación con el Padre. En definitiva, descubrirle como una persona de acción, un militante.

Una de las dificultades la encontramos en la propuesta de vida que ofrece la sociedad, basada en individualismo y cultura de resultados, más que de procesos. Esto, como hijos de nuestra cultura, cuesta mucho dejarlo de lado. Pero, las oportunidades se manifiestan en la necesidad de un cambio, de profundidad y de motivación necesaria para los jóvenes (y no tan jóvenes). La propuesta es descubrir a Dios en nuestra realidad y no fuera de ella.

El Espíritu

Observando nuestra realidad, llevo un tiempo preguntándome cual será el futuro que le espera a la Iglesia en unos 10-15 años, cuando la mayoría de los sacerdotes ronden los 70-80 años, y los laicos en torno a 60 (simplificando mucho la situación). Estamos en el año en el que debemos dar pasos significativos para aplacar la situación que se nos viene encima y que inevitablemente va a cambiar la configuración actual de diócesis, parroquias, movimientos, pueblos, sacerdotes, monjas…

Parece que seguimos empeñados en mirar hacia otro lado, esperando la actuación del Espíritu para arreglarlo y que convierta a la gran Iglesia en lo que ha sido durante muchos años. ¿No será que Dios nos está diciendo otra cosa, y no es esperar a que las vocaciones sacerdotales se disparen por una milagrosa actuación?

Se hizo acción

Creo que el camino por donde podríamos ir sería dar más responsabilidad y confianza al laicado al frente de departamentos de pastoral dentro de la Iglesia. Dotar de formación para ello, y que el proceso esté bien acompañado. Ojo, por opción libre y confiada, no por necesidad. De ampliar el acceso a la ordenación de sacerdotes o diáconos, potenciar el diaconado permanente o facilitar su opción, dar cabida a la mujer en tales espacios… es algo de lo que, teológicamente, no tengo argumentos para debatir. Aun así, a bastantes personas, y muchas de ellas jóvenes, esto les resuena con fuerza.

Apuesta clara por la juventud, dar oportunidad de trabajo digno a los profesionales laicos y laicas, profesionalizar el trabajo interno de nuestra institución, optar por una economía respetuosa, trabajar en equipo, delegar… Son solo opciones que se me ocurren para mejorar la manera de transmitir nuestro mensaje al mundo y así, no estar tan preocupados por mantener el mismo formato por los siglos de los siglos.

JEC

Muchas veces escucho: pidamos por las vocaciones a la vida sacerdotal, consagrada, al matrimonio… y yo opino, pidamos por ello, pero también por el amplísimo significado de esa palabra, demasiado adueñada para aspectos eclesiales. Debemos trabajar en acompañar y descubrir una vocación al servicio y al compromiso con todo lo que me rodea y en lo que confío (desde mis estudios, mi profesión, barrio, pueblo…) Así, puede que comencemos a entender cómo actúa el Espíritu, y como espera que actuemos nosotros. La pregunta ‘¿faltan vocaciones?’ empezará a cambiar de sentido, y el resto, se nos dará por añadidura.