¿Es Pedro Sánchez un hijo de…?


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Este verano no ha habido festival o fiesta popular en que no se haya escuchado el cántico: “Pedro Sánchez, hijo de…” Hasta los tertulianos de guardia han tratado el asunto en los programas de radio o televisión. Normalmente, rechazando el insulto, aunque, eso sí, tratando de calibrar lo que representa de hartazgo y polarización social, a lo que, hay que decir, no es ajeno el propio Pedro Sánchez, que ya en su discurso de investidura habló de levantar un muro frente a la derecha y la ultraderecha (valga la redundancia, en su opinión).



Los insultos

Insultos los tenemos en la propia Escritura. Por ejemplo, en el cuarto evangelio, en una discusión entre Jesús y los fariseos a propósito de la paternidad de Jesús y de los propios fariseos, en un momento determinado estos replican: “‘Nuestro padre es Abrahán’. Jesús les dijo: ‘Si fuerais hijos de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí, que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios; y eso no lo hizo Abrahán. Vosotros hacéis lo que hace vuestro padre’. Le replicaron: ‘Nosotros no somos hijos de prostitución; tenemos un solo padre: Dios’” (Jn 8,39-41). Aunque más elegante, la expresión “hijos de prostitución” no deja de ser el “hijos de…” que ya conocemos.

En la tradición judía existen los llamados “cinco rollos [‘megilot’]”, expresión que se refiere a cinco libros bíblicos que se leen en cinco fiestas: el Cantar de los Cantares en Pascua; Rut en Pentecostés (Semanas); Lamentaciones en el noveno día del mes de Ab (en conmemoración de la destrucción del Templo); Eclesiastés en la fiesta de las Tiendas, y Ester en ‘Purim’, una especie de carnavales. La costumbre manda que, durante la lectura del libro de Ester en la sinagoga, cada vez que aparece el nombre de Amán –el alto dignatario persa que desea el exterminio de los judíos–, los niños hagan sonar matracas para tratar de borrar el nombre del villano (no le llaman “hijo de…”, pero podrían). Y, cuando se acaba la lectura del libro bíblico, se debe recitar esta fórmula: “Maldito sea Amán, bendito sea Mardoqueo; maldita sea Zeres [esposa de Amán], bendita sea Ester; malditos sean los malvados y benditos sean los justos”.

Está claro que no es bueno insultar, pero también es importante no crispar el ambiente (“Nos conviene que haya tensión”, le decía José Luis Rodríguez Zapatero a Iñaki Gabilondo) hasta hacerlo irrespirable.

Pedro Sánchez participa en la cumbre vaticana sobre justicia fiscal (fuente: Casina Pio IV)

Pedro Sánchez participa en la cumbre vaticana sobre justicia fiscal (fuente: Casina Pio IV)