Ha nacido el Hijo del Hombre para iluminar y guiar a los hombres, hoy recordamos que la esperanza es real y que el mensaje cambiará el rumbo de la humanidad. El pequeño que nace en condiciones de escasez y pobreza extrema, quien traerá esperanza y alegría a esta tierra. Su caminar dejará huella en quien abra su corazón, traerá paz y amor a las almas enfermas y necesitadas, es Dios entre nosotros, es el pequeño Jesús haciéndose uno con todos, nació para nunca dejarnos, es su promesa y la ha cumplido, desde que nació nunca nos abandonará. “Porque él dijo: No te desampararé ni te dejaré”. Hebreos 13, 5.
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La Encarnación de Dios en la vulnerabilidad humana, un Dios que se hace pequeño, pobre, es la invitación a la acción y al amor en el mundo donde parece que el mal se ha impuesto. Nuestros tiempos actuales donde la violencia, la falta de amor y el vacío se han apoderado de una gran parte de la humanidad, nace de manera sencilla el amor que nos invita a fijarnos en las cosas simples, en lo más valioso que tenemos: la vida. Vivir para compartir, para servir y para amar, aspectos que parecen triviales y lógicos, pero que requieren de una gran profundidad para ser comprendidos y llevados en los diferentes aspectos de nuestras vidas.
Con tristeza reconozco que no hay un solo corazón que pueda ser digno de un amor tan grande y generoso, todos tenemos fallos, faltas que ensucian nuestra ‘tabula rasa’ con la que hemos nacido. Es una teoría que propone que cada individuo nace con la mente ‘vacía’; es decir, sin cualidades innatas, de modo que todos los conocimientos y habilidades de cada ser humano provienen solo del aprendizaje, a través de sus experiencias y sus percepciones sensoriales. De tal forma que el camino del aprendizaje, esa ‘pizarra’ se va llenando de acciones y emociones que son entendidas como pecados, los cuales nos marcarán a lo largo de nuestra historia.
“Aceptar que también nos hemos equivocado”
El amor de Dios es capaz de borrar una y otra vez esos errores para que volvamos a corregir el rumbo de nuestras vidas, para que tengamos siempre una nueva oportunidad y comenzar de nuevo. Nuestra vida comienza a convertirse en un camino de aprendizaje, con aspectos positivos y negativos, los cuales nos permitirán conocer nuestros errores. Muchas veces no seremos capaces de reconocerlos y viviremos en ellos, justificando y validando nuestras acciones. Por eso en esta cuarta vela que encenderemos en este tiempo de Adviento, los invito a que juntos reflexionemos en todos nuestros errores y faltas hacia el amor, tratemos de aceptar que también nos hemos equivocado y que es de humanos reconocer nuestras equivocaciones.
“Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas”. Apocalipsis 21, 5.
En este día dejemos de lado las excusas, iniciemos una vez más y con el aprendizaje adquirido corrijamos el sendero, hacia el mensaje, hacia lo alto, hacia Dios.
Aprovecho para agradecerte a ti querido lector que semana a semana me has acompañado en esta sencillez del amor, te deseo una bendecida y feliz Navidad. El camino apenas comienza, largo es nuestro caminar, con la seguridad de que no vamos solos, que el amor de Dios nos acompaña y que cada paso que damos sabemos que Él está con nosotros. Él no es una entidad distante, sino un ser cercano que ama a la humanidad con un ‘corazón de niño’.
“Hoy, en la ciudad de David, ha nacido para ustedes un Salvador, que es el Mesías y el Señor“. Lucas 2, 11.

