Raúl Molina
Profesor, padre de familia y miembro de CEMI

Diálogos interreligiosos en La Cañada Real


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En la entrada de las instalaciones que Cáritas tiene en La Fábrica de Muebles de la Cañada Real Galiana de Madrid, preside el distribuidor un antiguo crucifijo de madera, de esos que todavía nos acompañan en algunas aulas de colegio. Alguien decidió decorarlo con las huellas de color de las palmas de las manos de algunos niños: Jesús pende crucificado de un madero multicolor.



El crucifijo que da la bienvenida comunica lo que parece que allí se vive: una tarde en La Fábrica es un paseo por un paisaje multicolor, donde alborotan cientos de niños de vestimenta, procedencia y etnia poco homogénea. Los niños ocupan las aulas, los pasillos y las canchas de deporte sin plantearse si el de al lado es musulmán, cristiano o cualquier otra cosa. También puedes cruzarte con mujeres cubiertas de velo, vecinas del asentamiento, que colaboran en los diferentes proyectos. En una de las dependencias de Cáritas todavía puedes encontrarte, incluso, los restos de la fiesta del fin de Ramadán.

Convivencia

Caritas de la Cañada, junto con otras asociaciones de carácter no católico, ofrece un espacio de convivencia en el que el diálogo interreligioso es un hecho, donde “a pesar de la diversidad de etnias, sociedades y culturas, vemos sembrada la vocación de formar una comunidad compuesta de hermanos que se acogen recíprocamente y se preocupan los unos de los otros” (FT 96).

Sensibles al otro

Sería interesante plantearse por qué es tan fácil que allí, musulmanes y cristianos, personas de dos confesiones religiosas que en otros lugares del mundo están enfrentadas, pueden compartir el día a día, las ilusiones, los anhelos y los sufrimientos. Posiblemente, mucho de este logro se deba a que la preocupación esencial de Cáritas es procurar que otros “tengan vida, y vida en abundancia” (Jn 10,10). Para el cristianismo Dios es padre-bueno (Mt 7,11) y nada nos separará de su amor (Rm 8,38-39). Para el islam Dios es compasivo, misericordioso, creador de lo bueno. ¿Quién con una comprensión de Dios-misericordia no va a sentirse uno con el otro en un proyecto como éste?

Cuando la fe nos conmueve y nuestra mirada se vuelve sensible al dolor del otro, cuando nuestra pretensión última es hacer realidad en el mundo el amor que Dios tiene a cada una de sus criaturas, entonces “no hay judío y griego, esclavo y libre, hombre y mujer, porque todos somos uno en Cristo Jesús” (Gal 3,28-29). Es entonces cuando el madero en el que Jesús exhaló su espíritu se vuelve multicolor.

Conviene sacudirse el polvo.