De sustantivos y adjetivos


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Las informaciones sobre el encuentro entre el papa Francisco y el cómico de la BBC Stephen K. Amos indican que, al presentarse ante el Pontífice, Amos explicitó su condición de homosexual, razón por la cual no se sentía aceptado por la Iglesia. El Papa le respondió que dar “más importancia al adjetivo (homosexual) que al sustantivo (hombre) no es bueno”.

La respuesta de Bergoglio, en su simplicidad, esconde una desconcertante profundidad. Desconcertante al menos para algunos. El sustantivo, como sabemos, indica lo que algo es, en este caso, “hombre”. Y el adjetivo señala una cualidad, no una esencia, en este caso, “homosexual”. De allí se desprende una consideración nada trivial: la sexualidad no se refiere a la esencia de la persona sino a una característica de esta. El paso siguiente permitiría poner en duda a quienes se aferran a su condición sexual como un constitutivo esencial de su propia dignidad como persona. Desde este punto de vista la identidad sexual no estaría relacionada necesariamente con la identidad personal.

Detrás de estas consideraciones palpita la compleja cuestión de la relación entre sexo y género. Tanto quienes combaten como quienes defienden la llamada “ideología de género” utilizan las expresiones “sexo” o “género” como sustantivos que indican una identidad, y al hacerlo así quedan ambos atrapados en un laberinto sin salida. De ese laberinto sale Francisco distinguiendo entre sustantivo y adjetivo.

Cuando se afirma que la condición sexual es “solo” una construcción social (o cultural), o cuando se afirma que la condición sexual es “solo” una cuestión biológica, en los dos casos el error consiste en decir “solo”. Tanto en un caso como en el otro se está cayendo en una de esas simplificaciones propias de las ideologías. Sin lugar a duda, es un gran paso adelante señalar hasta qué punto las identidades son construidas socialmente por una gran cantidad de factores, pero esa riqueza se pierde al afirmar que un solo factor (el biológico o el cultural) definen la cuestión.

¿Simplificaciones ideológicas?

El ser humano es un misterio al que no se puede acceder desde las simplificaciones. Cualquiera sea la condición sexual (varón o mujer), y cualquiera sea la construcción social o cultural que defina los roles y las características de uno u otro, es indispensable distinguir entre el sustantivo (ser humano) y el adjetivo (los sexos y las diferentes opciones personales o concepciones sociales que se construyen a partir de las diferencias sexuales). Esa distinción es la que se esconde detrás de la frase aparentemente simple del Papa.

Es esa distinción la que permite a continuación hablar de la dignidad como algo que no tiene su origen ni en el sexo ni en el género. En su conversación con el comediante inglés, Francisco afirma que “todos somos seres humanos, tenemos dignidad. Si una persona tiene una tendencia u otra, esto no le quita dignidad como persona”. Luego continúa diciendo que “la gente que decide rechazar a las personas por el adjetivo es gente que no tiene corazón humano”.

Los atropellos a la dignidad de los homosexuales han generado las reacciones llamadas del “orgullo gay”. Quienes son pisoteados en su dignidad protestan reafirmando su orgullo. En su empeño parece que no caen en la cuenta de que se están definiendo a sí mismos por el adjetivo y no por el sustantivo.

Hay un largo camino por delante. Un enorme esfuerzo de reflexión aún está pendiente. También un gran y cuidadoso trabajo de curación de dolorosas heridas y de corrección de graves injusticias.