El tiempo de la Pascua está cargado de símbolos, la misma liturgia es un derroche de claves que permiten vivir a profundidad el insondable misterio de fe de la resurrección de Jesús.
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Y es precisamente uno de esos signos el de la luz, en contraposición al de la oscuridad. En un mundo en el que la tecnología y la conexión nos hace ávidos de electricidad, a más de uno se le puede hacer irrelevante hablar de tinieblas, pero la realidad social, puede ser otra.
Solo para revisar algunas cifras, en todo el planeta hay más de 685 millones de personas sin servicio eléctrico, los lugares más alejados estarían en Nigeria, República Democrática del Congo y Etiopía. No obstante, todos esos nombres pueden significar poco para la mayoría.
Aterrizando más el tema, Cuba — por ejemplo — presentó cuatro apagones generales en los últimos seis meses; y su calco venezolano ha seguido el camino. El país caribeño tiene cortes registrados en 20 de los 24 estados del país, con una duración máxima de una semana. La verdad de los ‘paraísos’ ideológicos que nadie dice, por cierto.
Oscuridad humana
Las tinieblas además también pueden tener una connotación humana, social, no solo física a través de la electricidad. Aunque se consuman altísimos niveles de vatios al día, la raíz etimológica de la palabra tiniebla deriva en oscuridad, confusión, contraposición e ignorancia.
Y estas últimas categorías están presentes en más de una ocasión; la confusión en todo el entramado social, tecnificado, con internet, redes sociales y las IAs. Difícilmente en la historia se podrá conseguir un momento en el que la información esté tan al alcance pero al mismo tiempo sin saber qué hacer con ella.
Las tinieblas de la contraposición y los enfrentamientos, esos discursos de odio, división, segregación, sectarismos, que tanto atraen a la masa ávida del yo, pero que en el fondo oscurecen el horizonte al encerrarse en cuatro pobres y pseudo verdades.
La lista podría seguir, sin embargo, la intención del texto no es decir lo que ya se sabe y se vive, sino en anunciar lo que ya muchos creen saber y no se vive, la victoria de aquel que desde la oscuridad y las tinieblas del sepulcro brilló con la resurrección.
Dios es luz, en Él no hay tinieblas
Porque el mundo, la sociedad, la familia, la persona, la vida misma necesita de este paso ontológico de las tinieblas a la luz, proceso que, por cierto, no podrá hacerse solo pero que para que se dé, si necesita de una sola decisión personalísima, basada en la confianza.
Por eso la Pascua, el paso, sigue teniendo sentido, no porque sea una fábula de opio ilusorio, sino porque todos los que han experimentado a profundidad las tinieblas esperan el anuncio gozoso de la absoluta claridad, la certeza de que Dios es amor, y en él no hay tinieblas, y por tanto, el mal y la muerte no tienen, ni tendrán la última palabra.
Dios es luz, Jesús es luz, ilumina con su vida, su palabra, su presencia misteriosa las oscuridades de todos los días, de todos los tiempos, de todos los hombres y mujeres que no saben, ni se imaginan que hay uno que ya venció definitivamente esos miedos y esa oscuridad.
Es pues, el tiempo de la luz, el tiempo del anuncio potente que no necesita ser treding topic, ni el challenge vacío pasajero, el tiempo del presente eterno, el tiempo del “Despiértate, tú que duermes, y levántate de entre los muertos” que hoy, ahora, en este instante, al leer esto, al vivir esto, y para siempre “te iluminará Cristo”.
¿Lo crees?
Por Rixio G Portillo R. Profesor e investigador de la Universidad de Monterrey.
Foto: PixaBay
