Rafael Salomón
Comunicador católico

Afrontar el dolor


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¿Se han dado cuenta de la inmensa cantidad de gente que lleva pastillas, fármacos en sus bolsas y en sus carteras? Pastillas para la tos, para la alergia, para el resfriado común, para dolores de cabeza y por supuesto para los nervios. Existe una próspera industria de psicofármacos como ansiolíticos, antidepresivos, antipsicóticos. Confiamos mucho más en una pastilla que en lo que Dios puede hacer en nuestras vidas.



Es importante poner atención a esto porque la Palabra de Dios verdaderamente nos lleva a un reconocimiento de fe pero sobre todo de saber que esa dolencia que tenemos, puede ser disminuida si lo hacemos con fe, si creemos que Dios verdaderamente puede hacer algo por ese dolor. Pero lo que muchas personas piensan es: ¿Cómo me quito esta incomodidad de manera rápida?

Somos una sociedad en la que hablar de fe con estos temas nos lleva a contraponernos con lo que nos ofrece el mundo. Este nos ofrece una pastilla para evadirnos, una pastilla para que dejemos de sentir.

Dios puede mitigar nuestro dolor

Dios le da sentido a nuestro dolor, en fin, desde hace años se les receta fármacos a niños y a jóvenes, algunos de ellos muy potentes y con efectos adversos, el caso es que los llevamos ahí en nuestros bolsillos para ser utilizados en caso de emergencia; sin embargo, esto nos lleva a una reflexión profunda porque se trata de una anestesia voluntaria.

Dolor de cabeza

Dolor de cabeza. Foto: EFE

Si te duele algo toma esta pastilla, si pasó algo que afectara a tus emociones toma esta otra pastilla. El caso es que hay una voluntad de anestesiarnos por medio de una sustancia que produce una pérdida parcial o total de la sensibilidad. Podría pensarse que estamos haciendo bien a nuestro cuerpo, lo que verdaderamente estamos haciendo al ingerir estas pastillas, es una forma alternativa de sedarnos para no sentir dolor o dejar de sentir tensión.

Sin afán de ‘sustituir’ ningún medicamento o proceso médico, en la Palabra de Dios también podemos encontrar en diferentes momentos y textos bíblicos cómo Dios puede mitigar nuestro dolor, por ejemplo: En Deuteronomio 31, versículo 8, encontramos: “El Señor mismo marchará al frente de ti y estará contigo, nunca te dejará ni te abandonará, no temas ni te desanimes”. En Mateo 5, versículo 4: “Dichosos los que lloran porque serán consolados”.

El diagnóstico médico

Y hablando de ansiedad, en Primera de Pedro 5, 7 encontramos: “Depositen en Él toda ansiedad porque Él cuidará de ustedes”. En el Salmo 31, 30 versículo 5: “Porque sólo un instante dura su enojo pero toda una vida su bondad, si por la noche hay llanto por la mañana habrá gritos de alegría”. A lo largo de la Biblia podemos encontrar estos versículos que pueden llenarnos de fe y sobre todo de fortaleza para afrontar un momento de dolor.

Pero seguimos confiando en la respuesta inmediata y de manera voluntaria nos automedicamos, muchas veces sin valorar el riesgo de hacerlo. Por eso es muy importante un diagnóstico médico y tratar de entender qué es lo que está causando ese dolor tan intenso de cabeza, o simplemente, es porque estamos presionados, tal vez estamos con una clase de estrés que no podemos manejar o que no sabemos gestionar.

Buscar a Dios también en el dolor, Jesús mismo era conocido como un sanador, realizando milagros para restaurar la salud y la integridad de aquellos que sufrían. Encontramos en Mateo 9, versículo 12: “Jesús dijo no son los sanos los que necesitan médico sino los enfermos”. Esta declaración reconoce el papel de la intervención médica en el cuidado de los enfermos.