"En la Europa contemporánea ha prevalecido una moda no confesional, capaz de ir más allá de las diferentes declinaciones morales de las confesiones religiosas, pero igualmente incapaz de tender un puente entre una vestimenta casta y un estilo “a la moda”. El carisma de las órdenes religiosas debe contrarrestar la vanidad y no sacrificar la individualidad en favor de un estilo común”.