Rafael Salomón
Comunicador católico

Se va nuestro sacerdote…


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Cuando se va un sacerdote de alguna comunidad muchos feligreses comienzan a comportarse de formas extrañas, no es una constante, pero como primer impulso aparece la negación, esto se debe porque se percibe como una interrupción al trabajo pastoral, es como si se hubiera llegado a su final. Una gran parte de la comunidad intenta usar sus recursos para que los superiores cambien de opinión, escriben cartas, envían comunicados y mensajes al obispado expresando los motivos por los cuales, debería permanecer el sacerdote.



La feligresía comienza a dividirse en grupos: los que están de acuerdo, los que no quieren que se vaya y los que esperan al nuevo sacerdote; estos últimos serán el primer equipo con el que contará el recién llegado; el ambiente en la parroquia por unos días será de mucha incertidumbre y como todos los cambios, habrá un periodo de adaptación; la resistencia estará presente, así como las comparaciones, esto es algo que genera tensión y en muchas ocasiones la comunidad experimentará una enorme desilusión.

Nada fácil para un entorno al que se adaptó y ajustó a los seis o nueve años que regularmente es el período que se le asigna a un sacerdote en una comunidad, seguramente en ese tiempo no faltarán las anécdotas, vivencias y un sin fin de acciones que sucedieron, así como el crecimiento espiritual o el despertar de algunas almas. Todo eso influye para que el cambio no se lleve de la mejor manera, hay tanto que se ha vivido, que no resulta sencillo darle la bienvenida a alguien con las mismas funciones.

El cambio de sacerdote

Muchas comunidades se contagian de esa negatividad y por decirlo así, se inicia una lucha interna, donde los más allegados al sacerdote anterior generan fricciones tan grandes que en ocasiones resulta imposible mediar el conflicto. Los grupos de choque, están llenos de egoísmo y en muchas ocasiones hasta de intereses, los cuales van a defender hasta sus últimas consecuencias, de tal forma que esta situación se vuelve un problema interno, el cual llega a escalar niveles inimaginables.

Comunidad parroquia

Foto: Parroquia de San Jorge

He sido testigo de cómo algunas personas abandonan la parroquia porque el conflicto llega a ser insostenible. Aunque también me ha tocado ver el proceso de transición sin ningún problema, con una actitud tan positiva tanto para agradecer al sacerdote y al mismo tiempo, darle la bienvenida al que llega. No cabe duda que todo lo anterior tiene sus consecuencias las cuales afectan a los integrantes y generan dudas que impiden avanzar en el trabajo pastoral.

Se toma tan personal el cambio de sacerdote que se pierde la unidad y respeto del lugar en el que sucede la transición, recordemos que es una parroquia y como tal se debe mantener la compostura. Somos tan humanos y en ocasiones olvidamos que nuestras emociones hablan más de lo que tenemos en el corazón, que es lo que verdaderamente importa.

La llegada de un nuevo sacerdote

Las emociones, el agradecimiento, la tristeza y el dolor por despedir a una persona que ha dado todo por el evangelio, tiene sus consecuencias muy positivas y de la misma forma sucede con aquellos pastores con ‘piel de oveja’, quienes se han aprovechado de la feligresía o han causado dolor y heridas en la comunidad. Nunca debemos olvidar que somos humanos y que podemos fallar y precisamente para quienes hemos cometido errores está hecho el evangelio.

Lo que se recomienda es aceptar el cambio, tener una sincera apertura y volver a establecer nuevos objetivos. Entiendo que no es nada sencillo, que la fuerza de la costumbre impide avanzar pero lo que es una realidad, es que ha llegado un nuevo sacerdote, se ha tomado una decisión y con humildad debemos aceptar, ya no hay vuelta atrás; así que, es momento de acatar los designios de los superiores, con amor y paciencia.

Si en tu parroquia están próximos a recibir a un nuevo sacerdote, espero que esta reflexión te sirva para comprender un poco más acerca de todo lo que sucede con las emociones y pensamientos en este periodo. Recuerda que, los cambios ofrecen oportunidades y retos que nos pueden ayudar a crecer y también nos ofrecen un camino de aprendizaje.