Rixio Portillo
Profesor e investigador de la Universidad de Monterrey

Con Prevost no cuenten


Compartir

Si algo ha quedado en evidencia en estos últimos meses es la discreción del papa León XIV en el plano internacional. Comedido, institucional y equilibrado, reúne las cualidades de un pontífice que comprende la complejidad de los tiempos que vive y cuida las palabras pronunciadas.



En este sentido, la izquierda latinoamericana por décadas alimentó sus discursos contra los Estados Unidos y una narrativa estirada ideológicamente contra el imperio, sobran ejemplos y expresiones de los políticos del continente, que usan la idea recurrente, que inclusive se ha popularizado.

Es en este punto donde el papa León XIV aparece como una figura disruptiva. Si bien tiene profundas raíces latinoamericanas por su servicio en Perú —primero como misionero y más tarde como obispo—, sus orígenes naturales son estadounidenses. Incluso, en la lista oficial del cónclave figuraba como cardenal de Norteamérica.

Por ello, no hay cabida para un sentimiento antinorteamericano en su pensamiento y obra: no puede renunciar a lo que es ni a lo mucho que le debe a su país y a su formación.

Por eso, la izquierda latinoamericana, no cuenta con Prevost para una visión reducida de la realidad, no pueden encerrarlo en una simple crítica ideológica, porque sin duda alguna es un personaje global, con una experiencia periférica, y de gran universalidad.

Un ejemplo preciso de esto se encuentra en la reciente biografía autorizada por el Vaticano, León XIV, ciudadano del mundo – misionero del siglo XXI, de Elise Ann Harris y editado en español por Debate.

Papa Leon 1

Amenazas que no lo intimidaron

En el texto, Prevost comenta su experiencia con el grupo terrorista Sendero Luminoso, y como su visión marxista, anticristiana y anti norteamericana significaba una amenaza para la misión de los agustinos, y aunque hubo algunos ataques, la decisión de quedarse en el país resulta más que interesante:

“Cuando se volvieron muy activos [Sendero Luminoso], yo ya estaba en Trujillo. Recibimos algunas amenazas. Recuerdo que un día, al volver de Lima, el prior de la comunidad me contó de una llamada y pensé que tal vez no era realmente Sendero Luminoso, pues pedían demasiado dinero, y parecía más una extorsión”.

Las amenazas anti yankee no fueron motivo para renunciar a la misión, sino para confirmar su vocación de servicio. “Debido a la posición que ocupaba en la Arquidiócesis de Trujillo (también era vicario judicial), me habían ofrecido un guardaespaldas. Les dije que no, porque hacía demasiado obvio quién era. No parezco el gringo típico. Quiero decir, tengo la tez un poco más oscura, y si no hablaba, no sabrían necesariamente quién era”.

Decisión valiente que marcó su vida

En el contexto de la conversación, Prevost comenta la influencia de esa forma de pensamiento: “Hubo mucha influencia de Rusia y del pensamiento marxista durante esos años, lo cual también era una cosa muy sensible. Hubo momentos en que, siendo norteamericano, escuchabas: «Gringo, vete a casa». Hubo algunas experiencias, como en la casa del obispo en Chulucanas, donde pusieron una bomba en la puerta”.

“Así que tuvimos que tomar decisiones: ‘¿Nos quedamos en medio de esto o nos vamos?’. Y, una vez más, la mayoría de nosotros optamos por quedarnos”, concluye el papa, en una decisión que sin duda alguna marcaría su vida.

De tal manera que no hay forma de esperar en el papa León XIV algún comentario antinorteamericano: no cuenten con Prevost para esa narrativa estéril, porque incluso cuando le han preguntado sobre la política en su país ha preferido la discreción, eso sí, con una profunda sensibilidad por los pobres, pero esto será tema de una nueva entrega.


Por  Rixio G Portillo R. Profesor e investigador de la Universidad de Monterrey.

Foto: ©CNS photo/Vatican Media