Fundación El Buen Samaritano de Tenerife: aquí no hay extranjeros, hay hijos de Dios

Fundación el Buen Samaritano, para personas vulnerables y migrantes en Tenerife

Pepe no tiene ni tenía vocación de fundador. Pero se dio de bruces con la realidad. Tal cual. Cuando hace 18 años fue destinado a la Parroquia Santa María de Añaza, en la periferia de Santa Cruz de Tenerife, se topó con lo que él mismo define como “el ‘Bronx’ de aquí, un barrio bastante estigmatizado al que nadie quería venir, un gueto que se había levantado a las afueras de la ciudad y donde se iban ubicando en viviendas sociales a los más vulnerables”. Al contemplar la escena, no se amedrentó.



A José Félix Hernández López (Icod de los Vinos, 1969) le bastó pasear por las calles y por los bloques de vivienda para constatar las heridas en las familias estructuradas, en las jóvenes con embarazos no deseados, en el absentismo escolar de niños y jóvenes. “Aquello era un campo de batalla, pero me marcó especialmente ver a mujeres colgadas en las ventanas de las casas, mirando al infinito, como si no pudieran hacer nada por cambiar su destino”, comparte con ‘Vida Nueva’.

Desde lo más sencillo

El Pepe más inquieto se puso en acción. “Con un grupito de gente de la parroquia comenzamos con algo muy sencillo: unos talleres desde Cáritas de educación para la salud y para el acompañamiento de los hijos, ayuda para la cesta de la compra… Solo ayudábamos a quien se acercaba si, a cambio, hacían algo para salir adelante, pues queríamos implicarles personalmente en reconstruir sus vidas”.

Aquel primer gesto llevó a que se fueran multiplicando los voluntarios y los proyectos, como el apadrinamiento de familias, la puesta en marcha de huertos urbanos o la formación de jóvenes. “Cogimos tal velocidad de crucero que logramos tener unos 15 locales porque la sociedad y las administraciones comprobaron que éramos y somos fiables y eficaces. Fue entonces cuando montamos un aula de cocina industrial que nos ha permitido montar un catering, que a su vez nos nutre a todos los demás proyectos, como los tres centro de día para mayores que regentamos”.

Fundación el Buen Samaritano, para personas vulnerables y migrantes en Tenerife

Es en 2017 cuando todas estas iniciativas confluyen en la constitución de la Fundación El Buen Samaritano, con una apuesta integral para rescatar a los más vulnerables a través de proyectos que van desde formación en peluquería y estética hasta carpintería o albañilería, además de cursos de habilidades sociales para lanzar a los beneficiarios al mercado laboral. En la actualidad cuenta con cerca de 30 trabajadores estables y 60 personas con contratos temporales para los programas de formación, junto a cientos de voluntarios.

Estaban en la calle…

Cuando todo parecía estar encauzado, Pepe se topó con otro frente que no podía esquivar. Fue el 6 de enero de 2020. Al parar en su semáforo, descubrió a un grupo de chicos porque se les había terminado su estancia en el centro de migrantes. Una vez más, se llenó de compasión y acercó a hablar con ellos. La conversación acabó en la parroquia que también le habían asignado un año antes en el barrio de Los Gladiolos; montó unos colchones e impidió que durmieran más a la intemperie.

“Ahí empezó la nueva aventura”, confiesa el cura sobre cómo empezó a dar respuesta al día después del cayuco, al día después de cumplir 18 años, cuando se deja de ser un MENA (menor no acompañado) y se quedan literalmente en la calle, con el estigma adosado de ser extranjeros, sin papeles y pobres. “Es un ‘búscate la vida’ sin piedad, porque salen de los centros de menores o de campamentos y, además, saben que, si los llevan a la península o acaban detenidos en un CETI, los echan a los tres meses a la calle con un mano delante y otra detrás in tener a nadie y sin darles herramientas para sobrevivir”.

El Buen Samaritano sale a su encuentro, tal y como describe el presidente de la fundación: “Junto a la acogida y un primer diagnóstico de su situación legal, construimos un itinerario hasta que pueden tener la oportunidad de vivir con dignidad; esto es, con su situación regularizada e insertados laboralmente”. Si el primer desafío cuando llegan es afrontar todos los trámites administrativos con el Estado y sus países de origen, cuando están preparados para abandonar los pisos tutelados, el reto es encontrar una vivienda o una habitación que puedan costearse debido al coste de los alquileres. Hoy acogen en 14 viviendas a cerca de 140 jóvenes, de los que 40 ya tiene un trabajo. En total, calcula que ya son 600 los migrantes que han pasado por la fundación desde hace cinco años, sumando aquellos a los que han asesorado o facilitado un reagrupamiento familiar.

Su autonomía como meta

Con su autonomía como meta, todos los días tienen formación en un oficio, además de clases de castellano. “Todavía no podemos darles título oficial alguno, porque les formamos al margen del sistema al no tener papeles. No hay ninguna institución que nos quiera avalar jurídicamente”, lamenta Pepe, sobre un plan de integración cultural que incluye un grupo de teatro. “Ellos mismos son los que han creado una obra que se llama ‘Bismillah, historias migrantes’ y la estamos representando por todas las islas, y más allá”, comenta orgulloso Pepe, que desembarcará con los jóvenes en Madrid y en Tres Cantos el próximo 18 y 19 de octubre.

Intentamos trabajar con ellos en materia de prevención para que sepan abordar actitudes xenófobas y de rechazo, porque los bulos están haciendo mucho daño. No sé cómo alguien se puede creer que vienen a quitarnos el trabajo o que son delincuentes, cuando su comportamiento es increíble y así nos lo certifican los vecinos donde están ubicados los pisos y los educadores, que describen que la convivencia es impecable”.

Fundación el Buen Samaritano, para personas vulnerables y migrantes en Tenerife

Ahora, el ‘Padre Pepe’, como le llaman los jóvenes africanos, ha decidido dar el salto y actuar en el país desde donde parten las barcazas. En Senegal está levantando el Hotel Escuela Hogar Baobá, que, en sus palabras, “pretende ser un pequeño pulmón para que los jóvenes descubran que allí también pueden encontrar un futuro, una oportunidad de formación y empleo para que no tengan que emigrar”.

El proyecto se encuentra en un pequeño pueblo costero, que antes se dedicaba a la pesca y hoy es fábrica y puerto de salida de cayucos. Junto al futuro hotel, la otra iniciativa en ciernes es Ubuntu, un conjunto de cabañas para acoger a madres con sus hijos. “Las mujeres africanas viven a la intemperie cuando están solas para sacar adelante a los suyos”, justifica sobre esta salida para ellas, que se centrará en el reciclaje de plástico para fabricar ladrillos.

Fotos: Carlos Pérez.

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