El próximo sábado 13 de septiembre, José Antonio Satué tomará posesión como nuevo obispo de Málaga después de cuatro años pastoreando la diócesis de Teruel y Albarracín. La catedral turolense acogió este domingo la despedida eclesial en una eucaristía que presidió y que estuvo concelebrada, entre otros, por el cardenal Santos Abril.
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En su homilía, Satué dio gracias a Dios “por lo que hemos podido construir juntos”, deteniéndose en el “tsunami de esperanza evangélica que ha despertado el pontificado de Francisco, junto con los primeros compases de León en la sede de Pedro”.
Piedras vivas
El pastor hizo especial hincapié en la puesta en marcha del actual plan pastoral, furto de un proceso sinodal “donde tantas personas —especialmente de nuestros pueblos— nos hemos sentido piedras vivas de este templo espiritual que es la Diócesis de Teruel y Albarracín”. A la par, aplaudió el esfuerzo de todos por impulsar “la acción social” y por priorizar el “acercarnos a las personas que sufren y a quienes se sienten lejos de la Iglesia”
En su balance, también apreció “el trabajo realizado para asegurar la viabilidad económica de nuestra Iglesia en los años venideros”, así como el fortalecimiento de las unidades pastorales, la puesta en marcha de Repara para la atención a las víctimas de abuso y del Centro de Escucha Esperanza.
Sincera humildad
Desde el “espíritu de sincera humildad” que centraba las lecturas del pasado domingo, el obispo entonó un ‘mea culpa’ ante los presentes “por aquellas ocasiones en las que no supe estar a la altura de la llamada del Espíritu ni de vuestra generosidad”. “Pido perdón especialmente a quienes haya herido con mis palabras o actitudes, con mis silencios o ausencias”, remarcó.
En este sentido, compartió en el templo principal de la diócesis cómo le “pesa” haber priorizado “en demasiadas ocasiones el trabajo de despacho por encima de la presencia en parroquias, grupos y encuentros”. “Me ha faltado tiempo para compartir oración, proyectos, risas, preocupaciones y esperanzas”, lamentó el pastor.
Apostar por esta tierra
A la vez, denunció una vez más que Teruel es una tierra “tan bonita, tan olvidada por muchos y tan necesitada de personas e instituciones que apuesten decididamente por ella”.
Con sinceridad y naturalidad, Satué se hizo eco de la “queja” recibida por muchos fieles, acompaña de “mucho cariño”: “Aquí, en Teruel, esporrinamos obispos y luego se van”. Como respuesta animó a los turolense a seguir “adelante”: “Me permito deciros que no puede paralizaros el hecho de que los últimos obispos de Teruel y Albarracín hayamos permanecido poco tiempo al frente de la Diócesis”.
“A pesar de las dificultades que esta situación produce, hay motivos sobrados para seguir desarrollando nuestro sugerente Plan Pastoral 2023-2028”, subrayó, con una llamada a sacerdotes, religiosos y laicos para asumir “con mayor responsabilidad la misión que el Señor os confía”.
Seguir adelante
“Con humildad y esperanza, pido perdón, demos gracias a Dios y sigamos adelante”, remató su alocución. “Podemos ser una diócesis pequeña, pero no nos falta nada para ser felices, vivir la caridad cristiana y poder evangelizar con espíritu de valentía y caridad a tantos hombres y mujeres que esperan de nosotros una palabra y un gesto de esperanza”, insistió de manera espontánea.
En el momento de la acción de gracias, el vicario general, Alfonso Belenguer, tomó la palabra para agradecer la “entrega total, incondicional y ejemplar a esta diócesis y a esta tierra” de Satué. “Seguiremos las huellas claras y firmas de trabajo, servicio, sinodalidad y esperanza que nos deja”, destacó, deteniéndose en cada uno de los proyectos en los que ha hecho realidad esa corresponsabilidad eclesial, tanto en el organigrama curial como en las demás iniciativas diocesanas.
A la vez, mientras se le quebraba la voz, el vicario valoró del pastor “su cercanía a cada persona”, además de su bondad. En nombre de la diócesis, recibió varios regalos, como cerámica y artesanía con motivos mudéjares y de la techumbre de la Catedral, además de unas gafas inteligentes.