José Antonio Satué es desde hoy a mediodía el nuevo obispo de Málaga. El hasta ahora pastor de Teruel y Albarracín será el encargado de llevar las riendas de la diócesis por designación de León XIV, después de aceptar la renuncia por jubilación de Jesús Catalá, que cumplió 75 años el pasado mes de diciembre y que ha liderado la región durante 17 años.
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Así desembarca en Andalucía con 57 años, después de cuatro años al frente del territorio eclesiástico aragonés. De una diócesis eminentemente rural de la España vaciada, ahora pone rumbo a una de las principales potencias económicas y también eclesial. De hecho, sin ser considerado un Arzobispado, en población solo está por detrás de Madrid, Valencia, Barcelona y Sevilla, aglutinando a cerca de 1,7 millones de personas.
Una causa grave
No sería errado pensar que, de alguna manera desde Roma se avala, no solo el papel que ha llevado a cabo en Teruel donde se le define como “un hombre servicial, de fermentación lenta y eficaz”, sino su gestión de dos encomiendas complejas que le adjudicó personalmente Francisco. Por un lado, Jorge Mario Bergoglio nombró a Satué comisario pontificio para volver a juzgar un caso de abusos sucedido en el colegio Gaztelueta, un centro vinculado al Opus Dei. Si bien la justicia civil condenó al docente denunciado, la Iglesia lo exoneró. Tras el proceso llevado a cabo por el nuevo obispo de Málaga, dio por probados los hechos y dictaminó que se trataba de “una causa grave que justifica la expulsión de la Prelatura”.
Por otro, José Antonio Satué tiene entre manos otra responsabilidad no menos que también contaba con la supervisión directa del Pontífice argentino. En diciembre le nombraba delegado pontificio del Instituto del Verbo Encarnado, un movimiento fundado hace cuatro décadas que cuenta con más de 3.000 religiosos distribuidos en 150 presencias en 45 países y cerca de un centenar de diócesis. Prácticamente desde que fue creado estuvo intervenido por la Santa Sede que, con el tiempo, certifico abusos sexuales, de poder y conciencia, no solo por parte de su fundador, sino en toda su estructura.
Con poder casi total
Este encargo le ha obligado a viajar en estos últimos meses para investigar hasta dónde llegarían las actuaciones ilegales de esta realidad eclesial. La confianza depositada en Satué y en la jesuitina Clara Echarte -que tutela a la rama femenina- que Roma les ha dado incluso más poderes que cualquier superior general de la orden o un comisario pontificio, ya que tendrán la potestad incluso de cambiar las constituciones y de elegir colaboradores para poder gobernar el movimiento.
Así pues, con el plácet de los turolenses, su sentencia del caso Gaztelueta y la investigación abierta al Verbo Encarnado como credenciales más inmediatas, se suma su experiencia previa, que no es menor. Entre 2015 y 2021 trabajó como oficial en la Congregación para el Clero, precisamente abordando los expedientes más complejos de sacerdotes que le presentaban los obispos de todo el orbe católico, lo que le permitió precisamente adquirir experiencia para abordar sus actuales retos.
Respaldo episcopal
Teólogo y reconocido canonista, se formó como seminarista en Huesca de la mano de los operarios diocesanos, en su vocación fue clave el obispo Javier Osés, cuenta con experiencia parroquial, de gestión curial y en su trayectoria ha contado con el respaldo, entre otros, del que fuera arzobispo de Zaragoza Elías Yanes, así como de los cardenales de Madrid y Barcelona, José Cobo y Juan José Omella.
La elección de Satué tiene lugar en plena transición de papado. Cabría suponer que el proceso de búsqueda de prelado Málaga habría comenzado, como todos los nombramientos más recientes, en la etapa en la que Robert Prevost era cardenal prefecto del Dicasterio de los Laicos, con Francisco como Pontífice.
De primera mano
Cuando ya se han cumplido dos meses del fallecimiento de Jorge Mario Bergoglio, se podría concluir que el visto bueno de León XIV habría sido determinante para su traslado al Sur de España.
Lo cierto es que Prevost conoce de primera mano cómo trabaja Satué. No en vano, desde septiembre de 2023 han coincidido de forma periódica en las sesiones del Dicasterio para los Obispos, con el actual Pontífice como prefecto y el prelado aragonés como responsable de estudiar y evaluar ternas de obispos de todo el planeta.