Rixio Portillo
Profesor e investigador de la Universidad de Monterrey

Del extremo al extremismo


Compartir

La palabra extremo según la Real Academia Española tiene diversos significados: el empeño en alguna acción; el final de un lugar; el grado más intenso de una cosa por ejemplo, la temperatura ; el punto más distante y hasta una posición exagerada.



El asunto es que del sustantivo extremo es posible pasar al adjetivo y por ende al extremismo, y todo lo que termine en ‘ismo’ tiene el riesgo de derivar en una ideología. Llevar ideas y posturas al límite.

El extremismo deriva de lo individual

El extremismo, en una acción arriesgada que pone en peligro la vida propia o la de los demás, y no solo en riesgos necesarios, sino aventuras frenéticas en el sin pensar, en esas imprudencias normalizadas.

El extremismo, en apartar a los demás o apartarse de los otros en una posición de radicalidad antagónica, en la que no hay cabida para el que piense una cosa distinta. En la lógica de la distancia.

El extremismo exagerado en las posiciones inamovibles, esas pseudo verdades de las que muchos se agarran para justificar y justificarSE por el mal cometido. Sobran ejemplos, tristemente votados por la mayoría.

Los extremismos del discurso, los extremismos en insultos, los extremismos en las redes, los extremismos populistas, los extremismos nacionalistas, los extremismos en un único proyecto social, en el todo o nada.

El tema es que todas esas situaciones minan la sana convivencia, y son caldo de cultivo para conflictos mayores, produciendo una visión dicotómica de la realidad, poco real e infecunda.

Cruz

La mejor cara del extremo

En el Evangelio, contrariamente, hay una frase en la que se pone en boca del narrador (el evangelista) la palabra extremo, como forma descriptiva de un acto, expresión literaria según el primer sentido evocado por la RAE, en el empeño a una acción.

“Habiendo amado a los suyos (…) los amó hasta el extremo” (Jn 13,1) referido a Jesús en el relato de la última cena, pero más específicamente en el gesto “extremo” del lavatorio de los

píes.

Si, la caridad, el amor, el servicio son signos de ese “sano” extremo, de amar hasta el extremo, y no al que cae bien, es simpático, tiene los mismos pensamientos, o la misma nacionalidad que yo, sino al diferente, incluso al enemigo como Jesús con Judas, porque si aún no podemos entender qué llevó al segundo a no creer en el primero y traicionarlo, de lo que sí hay certeza es que Jesús ofreció todo su amor a aquel que lo entregaría.

Es decir, Jesús se da hasta el extremo, pero depende de cada uno quedarse en el extremo de distancia para no implicarse con alguien que no cabe en nuestra minúscula idea de Mesías.

Amor hasta el extremo, en todas sus formas, caridad pastoral, misericordia, perdón, fraternidad, amistad social… Hasta el extremo.


Por Rixio G Portillo. Profesor e investigador de la Universidad de Monterrey.