Las drogas destruyen a quienes las consumen, es de todos bien sabido eso y aunque las campañas publicitarias hacen su mejor esfuerzo para alertar a toda la población el consumo aumenta y las cifras de jóvenes que quedan ‘enganchados’ a los estupefacientes siguen siendo alarmantes y se han convertido en un problema de salud en todas partes del mundo. Relacionado a este tema, pude ver en las redes sociales a una jovencita no mayor de 25 años, ‘aniquilada’ en plena calle con luz de día.
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Ella podría estar en cualquier otro lugar del mundo, estudiando, divirtiéndose sanamente con sus amigos o simplemente disfrutando la vida. La imagen me hizo reflexionar acerca de la forma en que los vendedores y distribuidores acaban con la inocencia de las personas ofreciendo ‘veneno’. La idea es que, desde la primera toma se vuelvan adictos y que no tengan miedo de probar las diferentes formas de droga, ese es el principal error, creer que no va a pasar nada.
Al observar cómo la jovencita quedaba en un estado ‘catatónico’ que nada tiene de divertido y sí de peligroso, ya que algunos órganos vitales están siendo forzados a responder a sustancias químicas, provocando en muchas ocasiones la muerte de quien se está exponiendo al consumir dosis que contienen elementos tóxicos como ‘raticidas’. “No mates”. Éxodo 20,13. Es uno de los mandamientos que, de forma concreta nos da los lineamientos para convivir en sociedad de manera pacífica.
¡Que ningún joven se pierda en las drogas!
Quienes colaboran, venden, producen y participan en el negocio de las drogas están faltando al principio básico de Dios, el respeto a la vida. Es muy doloroso ver cómo las nuevas generaciones por falta de acompañamiento, por ignorancia o por descubrir algo ‘nuevo’ se acercan al consumo de estupefacientes sin evaluar todos los peligros.
Estamos muy lejos de amarnos, de respetarnos y de vivir en armonía entre nosotros, sigue siendo un reto y una tarea pendiente de la humanidad, mientras todo se reduzca al dinero, seguiremos viendo cómo se pierde la inocencia de las personas, para beneficiarse de los más vulnerables y enriquecerse de manera ilícita. Debemos motivarnos, ayudarnos e inspirarnos aunque parezca que todo va en contra: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”. Mateo 22,39.
Las drogas acaban con las personas, con las familias y con las sociedades ¿realmente es lo que queremos?, ¿dónde está el respeto por la vida?, ¿seguiremos con las manos cruzadas sin intervenir? Hemos llegado a un punto en el que debemos levantar la voz y alertar a las generaciones para que se alejen de ese cáncer social: la drogadicción.
No debemos permitir que a los niños y jóvenes se les esté arrebatando su inocencia de la peor manera, todo por volverlos adictos y dependientes de un consumo que les quita la vida en cada dosis. Ya no más retórica contra los grandes empresarios involucrados, es momento de tomar acciones y dejar de restarle importancia a un problema al que realmente no se le quiere erradicar porque hay muchos intereses entorno a este tema. Dios es nuestra fuerza, roca y corazón, por ello debemos confiar y unir nuestras oraciones y acciones para que ningún joven se pierda en las drogas.
