León XIV reclama en Albano vivir “una inmersión total en los riesgos que conlleva el amor”

El Papa celebra la misa con los pobres atendidos por Cáritas y su personal en el santuario de Santa Maria della Rotonda

León XIV reclama en Albano vivir “una inmersión total en los riesgos que conlleva el amor”

El Santa Maria della Rotonda de la diócesis de Albano, a la que pertenece Castelgandolfo, ha acogida la misa dominical presidida por el papa León XIV este domingo 17 de agosto. Una celebración a la que se ha invitado a los pobres acompañados por Cáritas Diocesana, así como a sus trabajadores y voluntarios. El pontífice, además, hará la comida con ellos.



Una Iglesia acogedora

En su homilía, el Papa mostró su “alegría” por la celebración en la que reflexionó sobre que “Jesús ha vencido la muerte —el domingo es su día, el día de la resurrección— y nosotros ya comenzamos a vencerla con Él”. “cada uno de nosotros llega a la iglesia con ciertos cansancios y miedos —a veces más pequeños, a veces más grandes— y de repente estamos menos solos, estamos juntos y encontramos la Palabra y el Cuerpo de Cristo. De esa manera, nuestro corazón recibe una vida que va más allá de la muerte” gracias a la acción del Espíritu Santo, destacó.

Refiriéndose al santuario, planteó que “la iglesia por fuera, como algunas realidades humanas, puede parecernos áspera; pero su realidad divina se manifiesta cuando atravesamos la puerta y encontramos acogida. Entonces nuestra pobreza, nuestra vulnerabilidad y sobre todo los fracasos por los que podemos ser despreciados y juzgados —y en ocasiones nosotros mismos nos despreciamos y nos juzgamos— son finalmente acogidos en la dulce fuerza de Dios, un amor sin asperezas e incondicional”, señaló. Ante la imagen que libró a la población de la peste, destacó que “María, la madre de Jesús, es para nosotros signo y anticipación de la maternidad de Dios. En ella nos convertimos en una Iglesia madre, que genera y regenera no en virtud de un poder mundano, sino con la virtud de la caridad”.

El fuego del amor

“El mundo nos acostumbra a intercambiar la paz con la comodidad, el bien con la tranquilidad”, prosiguió a partir del evangelio. El Papa previno ante que “alguno nos aconsejará que no arriesguemos ni nos desgastemos, porque lo importante es estar tranquilos y los demás no merecen ser amados”, pero “Jesús, en cambio, se sumergió en nuestra humanidad con valentía”. Este , prosiguió, “es el bautismo de la cruz, una inmersión total en los riesgos que conlleva el amor·.

Para León XIV al participar en la eucaristía “nos alimentamos de este audaz don suyo. La misa fortalece esta decisión; es la decisión de ya no vivir para nosotros mismos y de llevar fuego al mundo. No el fuego de las armas, ni tampoco el de las palabras que incineran a los demás. No, sino el fuego del amor, que se abaja y sirve, que opone el cuidado a la indiferencia y la mansedumbre a la prepotencia; el fuego de la bondad, que no cuesta como los armamentos, sino que renueva el mundo gratuitamente. Puede costar incomprensión, burlas, e incluso persecución, pero no hay mayor paz que la de tener su llama en nosotros”.

Leon Xiv Proyectos Caritas Albano

La cogida en la Iglesia

Así alabó a Cáritas por su empeño, y animó a su personal “a no distinguir entre el que asiste y el que es asistido, entre el que parece dar y el que parece recibir, entre el que se presenta pobre y el que siente la necesidad de ofrecer tiempo, capacidades y ayuda”. Para el Papa “somos la Iglesia del Señor, una Iglesia de pobres, todos preciosos, todos partícipes, cada uno portador de una Palabra única de Dios. Cada uno es un don para los demás”. “Derribemos los muros”, clamó alabando la cogida incondicional ya que “sólo juntos, sólo siendo un único Cuerpo en el que aun el más frágil participa en plena dignidad, seremos el Cuerpo de Cristo, la Iglesia de Dios” sin “los prejuicios, las cautelas y los miedos que siguen marginando a quienes llevan escrita la pobreza de Cristo en su propia historia”.

“No dejemos al Señor fuera de nuestras iglesias, de nuestras casas y de nuestra vida. Más bien, dejémoslo entrar en los pobres, y entonces haremos paz también con nuestra pobreza, a la que tememos y negamos cuando buscamos a toda costa tranquilidad y seguridad”, apuntó. A la vez que concluyó pidiendo a la Virgen María “que sean reveladas las intenciones de nuestros corazones, y que el fuego del Espíritu Santo los cambie de corazones de piedra en corazones de carne”.

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