El obispo de San Sebastián: “Defender los derechos del migrante no es política, es Evangelio”

  • En la tradicional Salve donostiarra, Fernando Prado reclamó a los representantes públicos “no caer en la tentación de buscar réditos políticos con la suerte de los pobres”
  • “No echemos nunca gasolina a los fuegos que encienden algunas palabras”, expuso en su homilía

El obispo de San Sebastián: “Defender los derechos del migrante no es política, es Evangelio”

El obispo de San Sebastián, Fernando Prado, alertó esta tarde de que “los creyentes, si lo somos de verdad, nunca podemos olvidarnos que los migrantes no son números, son personas”. Así lo ha compartido en la tradicional Salve que se ha celebrado esta tarde en la basílica de Nuestra Señora del Coro, dentro de la Semana Grande la capital donostiarra y como víspera a la fiesta de la Asunción de María, que se celebrará mañana.



El obispo claretiano defendió ante los presentes que los migrantes “son hijos de nuestro mismo Padre, incluso aunque llamen a Dios con otros nombres, o incluso aunque lo llamen de ninguna manera”. En esta misma línea, remarcó que “nuestra fe nos recuerda que son nuestros hermanos y que como tales hemos de tratarlos”. “A un hermano no lo tratamos como a un cualquiera”, apostilló, desde una llamada a comprometerse con sus derechos.

En debilidad

“Defender la dignidad y los derechos de quienes están en debilidad y son nuestros hermanos no es hacer política, pertenece al más puro Evangelio”, sentenció el obispo de San Sebastián.

“No echemos nunca gasolina a los fuegos que encienden algunas palabras. Apaguémoslos en nombre del Evangelio y de la paz”, expresó, con una máxima por delante: “La fraternidad y la inclusión nos humaniza. La exclusión nos deshumaniza”.

Soluciones simplificadoras

Con la mirada puesta en las autoridades que le escuchaban en los bancos, el obispo dijo: “Queridos políticos y representantes públicos aquí presentes; permitidme invitaros a no caer nunca en la tentación de buscar réditos políticos con la suerte de los pobres y de los migrantes”. “Dios no aceptaría de ningún modo ese proceder si se utiliza a los más débiles, menos aún de quienes dicen ser cristianos”, advirtió. El prelado explicó que “los problemas complejos necesitan paciencia, creatividad y, sobre todo, recursos”, frente a “soluciones fáciles y simplificadoras”.

Con los migrantes en primer plano, recordó que para ellos, “nuestra ciudad no es un lugar de fiestas, sino quizá una carrera de obstáculos”. Sabedor de que “no es fácil buscar soluciones inmediatas ni adecuadas a problemas que sobrepasan nuestras capacidades locales y autonómicas”, destacó que “junto a los refugiados de la guerra, también todos los migrantes que se quieren refugiar entre nosotros huyendo del hambre y de la pobreza, que buscan una vida mejor para ellos y para los suyos”.

Integrar bien

Para Fernando Prado, “detrás de tanta polémica mediática que surge en torno a las cuestiones de inmigración, en el fondo lo que hay es una frustración ante la dificultad que encontramos para acoger e integrar bien a estas personas”. “La inmigración, sus causas y sus problemáticas nos desafían, nos descolocan”, compartió con quienes abarrotaban el templo. Es más, apuntó que “desafían nuestra capacidad de acoger e integrar, no acabamos de situarnos ante un mundo en cambio que ya está aquí”.

No se trata de solucionarles la vida de forma fácil. Se trata de acogerlos bien y ayudarlos en sus proyectos de vida y en su no siempre fácil integración”, reiteró.

El corazón de la fiesta

El prelado también dio un pequeño tirón de orejas a la corporación municipal, liderada por el alcalde del PNV, Eneko Goia: “Para los cristianos de San Sebastián, esta misa de la víspera de hoy, y la de mañana, es el corazón de la fiesta, aunque se les ha olvidado ponerlo en el programa de la fiesta”.  “Con la misa, no cumplimos, sobre todo, con una antigua costumbre, sino que reconocemos y celebramos nuestra fe”, defendió el pastor justo después, que aclaró que “venir a Santa María hoy no es venir a un acto cultural en el que escuchar al Orfeón, al que escuchamos, obviamente, con agrado, sino que venimos, sobre todo, a celebrar la vida”.

Fernando Prado Loyola

En su homilía, el pastor claretiano también pidió por la paz en el mundo: “Aun en medio de la fiesta, quisiera traer hoy a tantos miles y miles de hombres y mujeres para los que los fuegos que ven en el cielo de sus ciudades no son fuegos artificiales; no son un espectáculo, sino que son armas de destrucción y de desolación. Con este punto de partida, comentó que “no dejemos de recordarnos que la Paz verdadera comienza con el compromiso de cada uno de nosotros hasta en lo más pequeño”.

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