Sucedió cuando cambió el semáforo de luz ámbar a roja, es como una sensación de sentirse prisionero entre el tránsito, es el estrés por no poder llegar a tiempo y a todo esto se suma el miedo a que las gotas de lluvia que comenzaban a caer se convirtieran en una tormenta de dimensiones catastróficas.
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Al mirar con detenimiento, ahí bajo el puente, se encontraban resguardados de las pocas gotas dos jóvenes, uno en silla de ruedas, sentado en una posición que seguramente llevaría años, imagino que es la misma desde hace mucho tiempo, sus músculos atrofiados al igual que el ‘rictus’ de dolor que reflejaba su cara, sin duda se trataba de una persona que había nacido con parálisis cerebral.
A su lado, otro joven, quien creo tuvo que haber sido su hermano porque le limpiaba con su mano y con cuidado el rostro mojado por las gotas. La mirada del que estaba en silla de ruedas, observando, sin mover ninguna parte de su cuerpo, dependiendo completamente del otro.
Los que acompañan
La luz roja permanecía, la lluvia comenzaba a hacerse más fuerte y fue en ese momento cuando el joven que estaba de pie partió un trozo de pan y lo introdujo en la boca del otro, quien comenzó a masticar con mucha dificultad y sin pensarlo dos veces el joven que estaba de pie le limpió un poco su saliva que cayó por no cerrar la boca al masticar y es que era evidente, aquel joven no tenía control de sus músculos y su boca no era la excepción.
Esa acción me hizo reflexionar acerca de la cantidad de personas que acompañan a quienes tienen discapacidades o a enfermos que no pueden valerse por sí mismos, familiares, amigos y personal que se convierte en pieza fundamental para la subsistencia de ellos.
“Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo”. San Mateo 5,16.
“Dar y darme”
Lo que estaba presenciando en ese momento, era precisamente una obra cargada de bondad, donde no había testigos, ni nadie para observar aquel acto, simplemente un hombre ayudando a otro, dándole pan en la boca, mostrando su apoyo real sin esperar nada a cambio. ¿Cuántas historias deben tener los dos? ¿Cuántas preguntas surgieron en mi mente? ¿Qué hacian ambos además de resguardarse de la amenaza de lluvia? Y si llovía ¿cómo lo hubieran resuelto? Tanto qué pensar en unos cuántos segundos.
Otra cita bíblica que expresa la importancia de ayudar a quienes más lo necesitan y que deja claro que se trata de una forma de hacer brillar el amor de Dios en nuestras vidas por medio del servicio: “Si te dedicas a ayudar a los hambrientos y a saciar la necesidad del desvalido, entonces brillará tu luz en las tinieblas, y como el mediodía será tu noche”. Isaías 58,10.
Darle de comer pan en la boca a ese joven sin movilidad, fue la forma en que Dios me estaba hablando y me invitaba a dar y darme no solo a los necesitados, sino a los que no pueden llevarse un pequeño trozo de pan a la boca por algún impedimento físico. Toda esta reflexión terminó cuando el semáforo cambió a color verde, indicándonos que debíamos avanzar y continuar con nuestro camino. Lo que acababa de presenciar me dejaba una profunda enseñanza, mientras esos dos jóvenes se quedaban atrás con su historia.
