No busquen un ‘Sr. D.’ en el membrete de las cartas ni en las tarjetas de visita de la Cancillería de Menorca. No lo encontrarán. Porque al frente del secretariado general y del servicio de notaría de la Curia está una mujer. Y consagrada. Hermana de Nuestra Señora de la Consolación. Con su impronta, su estilo y su capacidad de trabajo, María Victoria Aymerich Martínez contribuye a romper el techo de cristal eclesial en responsabilidades que, si bien no estaban vetadas per se, sí se cubrían de carril hasta hace bien poco en nuestro país únicamente con varones ordenados en los territorios eclesiásticos.
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A Victoria la fichó el actual obispo, Gerard Villalonga, cuando era el vicario general de la isla. Le propuso ser su secretaria personal. “Pues claro que sí, lo que necesites”, respondió la consagrada con la espontaneidad que lleva incorporada de serie. Villalonga se había fijado en esta religiosa por su experiencia acumulada de más de tres décadas como docente y gestora en centros educativos de la congregación fundada por santa María Rosa Molas y Vallvé. “Tiene una preparación muy grande con estudios superiores, además de su trayectoria como directora de varios colegios. Cuando la conocí personalmente, constaté que podría ser de gran ayuda en la diócesis”, explica el obispo.
Así, cuando el anterior pastor, Francisco Conesa, fue enviado a Solsona, el administrador Villalonga la designó en octubre de 2022 como canciller-secretaria. “Las mujeres debemos intervenir cada vez más en todos los ámbitos de nuestra sociedad, civiles y religiosos”, dijo entonces en presencia del Colegio de Consultores; una llamada a diluir todo clericalismo. Desde entonces, Aymerich es la tercera autoridad en la diócesis, solo por detrás del obispo y del vicario general.
Aprendizaje
“Desconocía en qué se concretaba la labor de la canciller, pero como sé que nuestro obispo es un canonista de primera, sabía que no me complicaría mucho”, explica. “Con el tiempo he ido descubriendo que muchas de las tareas que realizo son las que ya hacía en mis anteriores destinos”, apunta sobre su pasado, lo mismo en Murcia que en Madrid. Y es que, después de jubilarse de las aulas, nunca pensó que acabaría siendo canciller. Se había proyectado en algún voluntariado, apoyando en la escuela o en labores catequéticas, como ya había experimentado en su paso por Pamplona. Pero no.
Lo cierto es que Victoria es multitarea, puesto que ha asumido varios espacios diocesanos. De hecho, es la secretaria del Consejo Episcopal, así como auditora de la Vicaría Judicial. “Ella es quien me ayuda, entre otras cuestiones, en las causas de nulidad, recopilando pruebas, presentándolas al juez…”, detalla Villalonga.
Además, la hermana de la Consolación es una de las dinamizadoras diocesanas del Sínodo de la Sinodalidad, formando parte del equipo creado por el obispo para dinamizar su aterrizaje. También ha impartido un retiro a los sacerdotes y charlas cuaresmales a todos los fieles diocesanos interesados.
“No sabes cuánto valoro la inmensa confianza real y cotidiana que ha depositado el obispo en mí. Me valora y cuenta conmigo, tanto para decisiones ejecutivas como a la hora de abordar cualquier cuestión en las homilías”, expone, enfatizando el talante de un pastor que ha hecho “una apuesta en firme por el trabajo en equipo”.
“Ha hecho suyo el todos, todos, todos de Francisco, en lugar de que haya los unos y los otros”, remarca la religiosa. Reflejo de esta conciencia comunitaria es el hecho de que, dentro de todas las opciones para viajar a Roma en este Año de la Esperanza, Villalonga está ultimando la peregrinación para participar en el Jubileo de los Equipos Sinodales, que tendrá lugar a finales de octubre.