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El arzobispo de Pamplona insta a seguir el ejemplo de san Fermín, quien “se comprometió con la sociedad que le tocó vivir”

Florencio Roselló ha presidido este 7 de julio la misa en honor al santo

El arzobispo de Pamplona, Florencio Roselló

El arzobispo de Pamplona, Florencio Roselló, ha presidido este martes la tradicional misa en honor a San Fermín, en la que, un año más, se ha recordado el origen profundamente religioso de las fiestas de Pamplona, pese a las ausencias significativas: entre ellas, la del alcalde Joseba Asiron, que no asistió al acto litúrgico.



“Ni el bullicio puede ocultar la dimensión y el origen religioso de nuestra fiesta”, ha dicho Roselló. “San Fermín no se puede encerrar en esta capilla, es tan fuerte su eco, su explosión de fe y gozo, que resuena en toda Pamplona y en toda Navarra, en toda España y fuera de España”, aseveró.

Para el arzobispo, la fe no se reduce a la devoción privada ni a gestos simbólicos. Es, sobre todo, implicación. “San Fermín no huyó del mundo, no se retiró, sino que se comprometió y se implicó en él, se comprometió de palabra y de obra con la sociedad que le tocaba vivir”, recordó. “Esa actitud también a mí me lleva a no mirar hacia otro lado, me lleva a no dar la espalda a la realidad”.

San Fermin 2025

San Fermín 2025. EFE/ Jesús Diges

Asimismo, Roselló mencionó el conflicto de la planta de BSH: “Muchas familias van a perder el trabajo, muchas, directa e indirectamente, van a perder el medio de subsistencia. No es buena noticia para Navarra”. En este contexto, ofreció la cercanía de la Iglesia: “Si la Iglesia pudiese hacer algo, aquí estamos”.

También denunció las redes de trata de personas, en especial la prostitución forzada en Navarra. “Muchas mujeres son obligadas a ejercerla. Nuestra Iglesia diocesana este año ha hecho una apuesta por ellas: ha abierto un piso, un recurso para atender a las que necesitan salir. La Iglesia no mira hacia otro lado, mira de frente a la pobreza y marginación, también a la lacra de la trata”, aseguró.

En un momento del mundo marcado por la guerra y la división, el arzobispo cerró su homilía con un llamamiento a la paz, haciendo suyas las palabras del papa León XIV: “Necesitamos artesanos de la paz, en nuestros ambientes de cada día”.

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