Enrique Lluc
Doctor en Ciencias Económicas

Macrogranjas en la España despoblada: consecuencia del paradigma economicista (I)


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El otro día me llegaba un email de una plataforma que se denomina “futuro limpio campiña segoviana” en el que me hablaban de una campaña que están moviendo para intentar frenar algunas macrogranjas que se están proyectando en la provincia de Segovia.



El tema de las macrogranjas es polémico porque algunos piensan que una solución adecuada para la España despoblada, mientras que otros opinan que no solo van a destruir empleo en lugar de crearlo sino que van a tener unos elevados problemas medioambientales en zonas poco pobladas y poco contaminadas en este momento. Para analizar esta cuestión con algo más de detalle voy a hablar sobre ellas durante tres semanas. En esta veremos como las macrogranjas son una consecuencias lógica del modelo economicista en el que nos movemos.

Esto es así porque una macrogranja consigue unos rendimientos mucho más elevados que las pequeñas explotaciones. Además, puede producir la carne por un precio más bajo, logra reducir el consumo de agua y de otros suministros por cada kilo producido, permite crear unos empleos fijos en zonas en los que antes no había, incrementa mucho la producción de carne logrando unos precios competitivos lo que lleva a que puedan incrementarse las exportaciones de este producto a otros países.

Por ello las macrogranjas dan un rendimiento elevado a quienes invierten en ellas. A pesar de los elevados requisitos medioambientales que tienen que cumplir, los ahorros en costes en otras partidas permiten mantener un elevado beneficio. Además, los costes que conllevan las insfraestructuras de transporte y telecomunicaciones necesarias para su funcionamiento, suelen correr a cargo del erario público.

Ventajas

Desde la lógica economicista, las macrogranjas parecen aportar todas las ventajas: incremento de la producción nacional, de las exportaciones, reducción del coste por kilo de producción que proviene de un menor uso de insumos por unidad, disminución de emisiones contaminantes por tonelada producida, generación de puestos de trabajo fijos, mejora de las infraestructuras que pueden beneficiar también a las poblaciones más cercanas a la macrogranja y cierta reducción de precios del producto final.

Una mirada economicista no presenta dudas ante las macrogranjas, todo son ventajas, la economía nacional se beneficia de ellas. Sin embargo, cuando miramos la misma realidad desde otro paradigma las conclusiones son diferentes. El próximo lunes cambiaremos la mirada para hablar de las macrogranjas desde otro paradigma económico.