El Papa agustino propone un “plan sabio, benevolente y misericordioso” para la humanidad en el Te Deum de fin de año en la basílica de San Pedro
León XIV, durante el Te Deum de 2025
León XIV despidió 2025 en la basílica de San Pedro, donde presidió el rezo de las Primeras Vísperas de la Madre de Dios, la oración vespertina que marca el inicio de la solemnidad de Santa María Madre de Dios que se celebra mañana 1 de enero. A las cinco de la tarde comenzó esta particular vigilia, que incluye el canto del Te Deum de acción de gracias por el final del año, en un templo repleto de fieles. Al concluir el acto, el Papa agustino visitó el belén instalado en la Plaza de San Pedro.
“En nuestro tiempo sentimos la necesidad de un plan sabio, benevolente y misericordioso”, expuso el papa Robert Prevost en su homilía, quizá mirando ya a 2026, al pontificado que tiene por delante y a la incertidumbre global que atraviesa la humanidad envuelta en un clima bélico.
Para el Papa, este clima generalizado es fruto de “estrategias que buscan conquistar mercados, territorios y áreas de influencia, estrategias armadas, disfrazadas de discursos hipócritas, proclamaciones ideológicas, falsos motivos religiosos”.
Así, León XIV pensó en un futuro con “un proyecto libre y liberador, pacífico y fiel, como el que proclamó la Virgen María”. Para el Papa, Jesús representa el “gran plan para la historia humana”.
Para hacerlo realidad, el Papa reivindicó la palabra que ha sido el referente del jubileo que clausurará el 6 de enero: esperanza. “A Dios le encanta tener esperanza con el corazón de los pequeños, y lo hace involucrándolos en su plan de salvación”, desarrolló León XIV.
Es más, se mostró convencido de que el mundo sigue adelante “impulsado por la esperanza de muchas personas sencillas, desconocidas pero no para Dios, que a pesar de todo creen en un mañana mejor, porque saben que el futuro está en manos de Aquel que les ofrece la mayor esperanza”. Así, defendió que el jubileo vivido es “una gran señal de un mundo nuevo, renovado y reconciliado según el plan de Dios.
Como Obispo de Roma, León XIV instó a sus vecinos y feligreses a “estar a la altura de sus pequeños: de niños, de ancianos solitarios y frágiles, de familias a las que les cuesta más avanzar, de hombres y mujeres que han venido de lejos con la esperanza de una vida digna”.
En su alocución, como viene siendo habitual en prácticamente todos sus discursos, también tuvo palabras de elogio para el papa Francisco. En este caso, evocó al Papa fallecido y a su “deseo” de que el jubileo fuera un signo del “plan de esperanza para el hombre y para el mundo” por parte de Dios.