Este organismo fue creada en 1996 para atender los problemas de derechos humanos provocados por la dictadura
En el Palacio Arzobispal, antiguas dependencias donde funcionó durante 16 años la Vicaría de la Solidaridad del arzobispado de Santiago, se realizó un encuentro de quienes trabajaron y colaboraron en la Vicaría. Para muchos fue momento de intensa emoción, marcado por la memoria, el agradecimiento y el reencuentro. Con esta actividad se da inicio a la conmemoración de los 50 años de la creación de esta emblemática institución de la Iglesia chilena.
Los asistentes comenzaron la jornada recorriendo libremente las antiguas oficinas donde, en los años de dictadura, se recibió, acompañó y orientó a miles de personas que buscaban a sus familiares detenidos desaparecidos. Espacios que los organizadores señalaron como “lugares donde se encarnó un compromiso concreto con quienes más sufrían”.
Luego, en la Capilla se vivió un momento de oración. El padre Tomás Scherz recordó la esencia pastoral que dio origen a esta obra: “En este lugar se realizaba una liturgia de acercarse al otro, con el deseo profundo de trabajar mancomunadamente y ser una voz profética en tiempos de dolor”. El sacerdote invitó a agradecer por los ex trabajadores que ya han partido, subrayando que su vida y su entrega forman parte esencial de la memoria del país. La lectura de los nombres de quienes colaboraron en la Vicaría y ya fallecieron fue un momento especialmente conmovedor para los presentes.
Algunos ex funcionarios compartieron breves testimonios sobre su labor en aquellos años y el impacto humano que dejó en sus vidas. Entre ellos Ignacio Walker, ex diputado y senador de la República, quien fue abogado de la Vicaría, recordó: “Yo creo que todos sentimos una inmensa alegría de haber sido parte de esa iglesia profética, lo que el Cardenal Silva, nuestro pastor, llamaba la voz de los que no tienen voz. Así definía a la Iglesia Católica. Yo llegué aquí a los 23 años, como abogado de la Vicaría de la Solidaridad. Los años más felices de mi vida, desde el punto de vista de la realización personal, en la hora más trágica de Chile. Puede sonar como una contradicción, pero no lo era”.
Otro testimonio fue de quien conoció de cerca la labor del Cardenal Raúl Silva Henríquez, el obispo Manuel Camilo Vial, emérito de Temuco. A sus 90 años, recuerda emocionado los años cuando fue Obispo Auxiliar de Santiago en tiempos de dictadura: “Yo estoy feliz de estar en este lugar, con la comunidad que ha celebrado en este día el regalo que Dios nos regaló en la Vicaría de la Solidaridad, que hizo un servicio a nuestra patria formidable, que aterrizó esa parábola del buen samaritano que cuidó al que estaba botado en el camino. Para mí es una alegría estar celebrando en ese espíritu lo que hizo la Vicaría de la Solidaridad aquí en Santiago, en Chile, y reflejando la caridad a todas partes del mundo”.
También el actual arzobispo de Santiago, cardenal Fernando Chomali, destacó el valor moral y evangélico de la Vicaría, así como su legado para las nuevas generaciones. “Nunca voy a poder comprender en su cabalidad lo que significó esa época. Nunca voy a poder entender el dolor, la indignación, la impotencia. Ese es un dolor que traspasa el alma, que nunca vamos a entender y con el cual tenemos que ser tremendamente respetuosos. Y tal vez, si hay un cuidado que tenemos que tener hoy es no frivolizar esta situación, ni tampoco minimizarla, ni tampoco superficializarla. Es un tema hondo que toca las raíces mismas de una sociedad porque se violenta lo más sólido y sagrado que tiene todo ser humano que es su dignidad”, dijo Chomalí.
El encuentro concluyó con un acto musical con la participación de artistas que interpretaron canciones que fueron signo de esperanza. El acto cerró con un agradecimiento a quienes participaron y con la invitación a mantener viva la memoria histórica que la Vicaría encarnó. Los organizadores subrayaron que recordar esta obra es también renovar el compromiso con un Chile más humano, justo y solidario.
La Vicaría de la Solidaridad fue creada el 1° de enero de 1996, por el entonces arzobispo de Santiago, cardenal Raúl Silva Henríquez, ante la orden del gobierno militar de cerrar el anterior Comité Pro Paz, organismo ecuménico que atendía los graves problemas de derechos humanos provocados por la dictadura. La Vicaría se convirtió en una voz importante en la defensa de los derechos humanos, registrando denuncias, presentando recursos de amparo y brindando apoyo a los afectados. Su archivo, que documenta miles de casos, se conserva en una fundación y es una fuente fundamental para la memoria histórica del país. Cerró en 1992 una vez recuperada la democracia.