Vaticano

León XIV le pide a la Lateranense que huya de “la promoción de uno mismo”

| 14/11/2025 - 13:21

Al inaugurar su 253º año académico, Prevost le reclama que “contrarreste el riesgo del vacío cultural” y no “alimenta la primacía del yo”





En la mañana de este viernes 14 de noviembre, León XIV ha acudido a la Universidad Pontificia Lateranense, en Roma, para inaugurar formalmente su año académico… El 253º desde su fundación.



En esta senda que busca llegar a los tres siglos, el Papa ha reivindicado que, “mientras miramos con gratitud la larga historia que nos precede, también nos proyectamos hacia la misión que nos espera, los caminos que explorar, el servicio que ofrecer a la Iglesia en la realidad actual y ante los retos futuros”.

Mediación cultural

Recalcando “el valioso servicio que presta la universidad”, Prevost ha apreciado el compromiso especial de “las universidades eclesiásticas y pontificias”. “Erigidas o aprobadas por la Sede Apostólica”, en ellas se plasma “la necesaria mediación cultural de la fe”.

En este sentido, “la Universidad Lateranense tiene un vínculo muy especial con el sucesor de Pedro, y esto es un rasgo constitutivo de su identidad y misión desde sus orígenes, cuando en 1773 Clemente XIV confió la escuela de teología del Colegio Romano al clero secular, pidiendo que dicha institución dependiera del Papa para formar a sus presbíteros”.

Desde entonces, “todos los pontífices sucesivos han mantenido y reforzado una relación privilegiada con la que se convertiría en la actual Universidad Lateranense”. Lo que llevó a Juan Pablo II a calificarla como “la Universidad del Papa”. Un vínculo que han estrechado todos sus predecesores, incluido Francisco, que “quiso instituir dos ciclos de estudios: en Ciencias de la Paz y en Ecología y Medio Ambiente”.

Sin el carisma de un fundador

En este punto, León XIV ha compartido con los presentes “mi deseo para la Pontificia Universidad Lateranense”. Y, para ello ha profundizado en su identidad, destacando que “esta Universidad, a diferencia de otras ilustres instituciones académicas, incluso romanas, no tiene un carisma del fundador que custodiar, profundizar y desarrollar, sino que su orientación peculiar es el magisterio del Pontífice. Por su naturaleza y misión, constituye, por tanto, un centro privilegiado en el que se elabora, se recibe, se desarrolla y se contextualiza la enseñanza de la Iglesia universal”.

Anclada así en el “carisma petrino”, se abre “a perspectivas interdisciplinarias, internacionales e interculturales”. Pero sin perder nunca su meollo central: atender a “la necesidad urgente de reflexionar sobre la fe para poder adaptarla a los escenarios culturales y a los retos actuales, pero también para contrarrestar el riesgo del vacío cultural que, en nuestra época, se vuelve cada vez más omnipresente”.

Tras encargar a cada organismo de la Universidad una serie de retos concretos a acometer, León XIV ha deseado que la Lateranense sea “un espacio que tiene los ojos y el corazón puestos en el futuro y se lanza a los retos contemporáneos a través de algunas dimensiones particulares”.

Tres dimensiones particulares

Así, la primera es asegurar que, “en el centro de la formación, deben estar la reciprocidad y la fraternidad. Hoy en día, lamentablemente, se suele utilizar la palabra ‘persona’ como sinónimo de individuo, y el encanto del individualismo como clave para una vida exitosa tiene repercusiones inquietantes en todos los ámbitos: se apunta a la promoción de uno mismo, se alimenta la primacía del yo y se hace difícil cooperar, crecen los prejuicios y los muros hacia los demás y, en particular, hacia quienes son diferentes, se intercambia el servicio de la responsabilidad por un liderazgo solitario y, al final, se multiplican los malentendidos y los conflictos”.

León XIV en la Lateranense

Frente a ello, “la formación académica nos ayuda a salir de la autorreferencialidad y promueve una cultura de la reciprocidad, de la alteridad, del diálogo. Contra lo que la encíclica ‘Fratelli tutti’ define como ‘el virus del individualismo radical’ (n. 105), os pido que cultivéis la reciprocidad, a través de relaciones basadas en la gratuidad y experiencias que favorezcan la fraternidad y el encuentro entre culturas diferentes”.

Y es que, fiel a su identidad, “la Pontificia Universidad Lateranense, rica por la presencia de estudiantes, profesores y personal de los cinco continentes, representa un microcosmos de la Iglesia universal: sed, por tanto, signo profético de comunión y fraternidad”.

Rigor y la cientificidad

La segunda dimensión apuntalada es “la cientificidad, que hay que promover, defender y desarrollar”. Y más cuando “a veces se encuentra la idea de que la investigación y el estudio no sirven para la vida real, que lo que importa en la Iglesia es la práctica pastoral más que la preparación teológica, bíblica o jurídica. El riesgo es caer en la tentación de simplificar las cuestiones complejas para evitar el esfuerzo del pensamiento, con el peligro de que, incluso en la acción pastoral y en sus lenguajes, se caiga en la banalidad, la aproximación o la rigidez”.

Para Prevost, “la investigación científica y el esfuerzo de la investigación son necesarios. Necesitamos laicos y sacerdotes preparados y competentes. Por eso, os exhorto a no bajar la guardia en lo que se refiere a la rigurosidad científica, llevando adelante una búsqueda apasionada de la verdad y un intenso diálogo con las otras ciencias, con la realidad, con los problemas y las dificultades de la sociedad”.

La tercera dimensión es “la del bien común. El fin del proceso educativo y académico, de hecho, debe ser formar personas que, en la lógica de la gratuidad y en la pasión por la verdad y la justicia, puedan ser constructores de un mundo nuevo, solidario y fraterno. La Universidad puede y debe difundir esta cultura, convirtiéndose en signo y expresión de este mundo nuevo y de la búsqueda del bien común”.

Diálogo con el mundo

El Pontífice ha concluido su discurso animando a todo a seguir “explorando el misterio de la fe cristiana con esta pasión y que se ejerciten siempre en el gimnasio del diálogo con el mundo, con la sociedad, con las preguntas y los retos de hoy”.

Como ha remachado, “la Universidad Lateranense ocupa un lugar especial en el corazón del Papa, y el Papa os anima a soñar en grande, a imaginar espacios posibles para el cristianismo del futuro, a trabajar con alegría para que todos puedan descubrir a Cristo y, en Él, encontrar la plenitud a la que aspiran”.

Fotos: Vatican Media.

Etiquetas: papa León XIV
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