El periodista Pedro Piqueras
Voz esencial del periodismo español, regresa ante las cámaras con la calma de quien ha narrado medio siglo de historia. Tras dejar ‘Informativos Telecinco’, presenta ‘Cuando ya nada es urgente’ (HarperCollins) y colabora en ‘Mañaneros 360’ (TVE). En su libro recorre los grandes episodios del país y admite cierta nostalgia por contar los hitos actuales. Porque, incluso cuando se aparta, Pedro Piqueras sigue observando.
PREGUNTA.- ¿Cómo se vive el silencio informativo tras décadas poniendo voz a la actualidad?
RESPUESTA.- Con mucho ruido alrededor. Ahora no cuento las noticias, pero las que hay son realmente ruidosas. Lo vivo como un ciudadano más.
P.- ¿Cómo ha sido su regreso a TVE?
R.- No es un regreso de verdad. Salgo en la tele una vez cada quince días, o cada semana. Ni he firmado un contrato ni nada por el estilo. Es una colaboración ocasional, pero me permite hablar de cuestiones que están pasando en este país y en el mundo. Y me alegra.
P.- En su libro habla de “llegar, estar y saber irse”. ¿Qué etapa le ha resultado más complicada?
R.- Llegar depende mucho de la suerte: yo empecé con unas prácticas y pronto me ofrecieron contrato. Estar es aprender siempre. Y saber irse… es lo más difícil, hay que encontrar el momento justo.
P.- ¿Escribir ha sido una forma de mantenerse sin la tensión del directo?
R.- Esa etapa me ha dado mucho. Todo lo que hago ahora me sirve para reflexionar sobre la vida, no solo la mía. El libro tiene como fondo mi historia, pero es también un recorrido por la historia del país con los ojos de una persona. Más que una biografía, es una mirada. Ahora me entero más de las cosas. Antes, con el ritmo del informativo, no te daba tiempo a pensar. Estabas tan inmerso en la actualidad que no vivías.
P.- ¿Y qué es vivir ahora?
R.- Hacer cosas que antes no podía: viajar por España, dar charlas, estar cerca de la gente, ver cómo piensa. En el telediario estabas en un púlpito, alejado de la realidad. Ahora estoy más con mis amigos, con mi familia, con más calidad. (…)
P.- ¿Es un hombre con sentido de la trascendencia?
R.- Sí, aunque no soy religioso. Lo fui de joven, cuando la religión se vivía de otra forma. Luego busqué algo más, pero no lo encontré. No sé si creo o no. Sí creo en la bondad de la gente, en su capacidad de ser solidaria, de no hacer daño. Ese es mi credo.
(…)