Vaticano

León XIV, a los seminaristas: “La Iglesia necesita sacerdotes que se entreguen juntos, no funcionarios solitarios”

| 05/11/2025 - 12:28

  • El Papa ha enviado una carta al Seminario Mayor Arquidiocesano San Carlos y San Marcelo de Trujillo con ocasión de los 400 años de su fundación
  • “La Iglesia os pide ser hombres de corazón limpio, que busquen a Cristo sin doblez y no se dejen atrapar por la vanidad”, afirma
  • El Pontífice invita a los futuros curas a “huir de la mediocridad en medio de ideologías que desvían del Evangelio”





“La Iglesia necesita pastores santos que se entreguen juntos, no funcionarios solitarios; solo así podrán ser testigos creíbles de la comunión que predican”. De esta manera se expresa el papa León XIV en una carta enviada hoy al Seminario Mayor Arquidiocesano San Carlos y San Marcelo de Trujillo para celebrar los 400 años de su fundación. Cuatro décadas en las que han pasado miles de jóvenes de diversas diócesis de Perú, así como de congregaciones religiosas que “han querido responder a la voz de Cristo”. Y cientos de profesores, entre ellos, Robert Francis Prevost.



Como recuerda el Pontífice, “están llamados a huir de la mediocridad, en medio de peligros muy concretos: la mundanidad que disuelve la visión sobrenatural de la realidad, el activismo que agota, la dispersión digital que roba interioridad, las ideologías que desvían del Evangelio y, no menos grave, la soledad de quien pretende vivir sin el presbiterio y sin su obispo”. “Un sacerdote aislado es vulnerable. La fraternidad y comunión sacerdotal son intrínsecas a la vocación”, remata.

En sus palabras, Prevost insiste en que “la vida en el seminario es un camino de rectificación interior. Hay que dejar que el Señor sondee el corazón y muestre con claridad qué mueve nuestras decisiones. Esta transparencia se cultiva en la confesión frecuente, en la dirección espiritual sincera y en la obediencia confiada a quienes acompañan el discernimiento”. “La Iglesia pide seminaristas de corazón limpio, que busquen a Cristo sin doblez y no se dejen atrapar por el egoísmo o la vanidad”, agrega.

Para León XIV, “esto requiere discernimiento continuo. La sinceridad ante Dios y ante los formadores protege de la autojustificación y ayuda a corregir a tiempo lo que no es evangélico”. “Un seminarista que aprende a vivir en esta claridad, se convierte en un hombre maduro, libre de la ambición y del cálculo humano, libre para entregarse sin reservas. De este modo, la ordenación será la confirmación gozosa de una vida configurada con Cristo desde el seminario, y el comienzo de un camino auténtico”, añade.

“¡No puede hablar de Dios el que poco habla con Dios!”

El Papa recalca también que “el corazón del seminarista se forma en el trato personal con Jesús”. “La oración no es un ejercicio accesorio, en ella se aprende a reconocer su voz y a dejarse conducir por Él. Quien no ora, no conoce al Maestro; y quien no lo conoce, no puede amarlo de verdad ni configurarse con Él. El tiempo dedicado a la oración es la inversión más fecunda de la vida, porque allí el Señor moldea los sentimientos, purifica los deseos y fortalece la vocación. ¡No puede hablar de Dios el que poco habla con Dios!”, exclama.

En su reflexión, Prevost detalla que “el sacerdocio no puede reducirse a ‘llegar a la ordenación’ como si fuera una meta externa o una salida fácil a problemas personales. No es una huida de lo que no se quiere enfrentar, ni un refugio ante dificultades afectivas, familiares o sociales; tampoco una promoción o un resguardo, sino un don total de la existencia. Solo en la libertad es posible donarse: atado a intereses o miedos nadie se entrega. Lo decisivo no es ‘ordenarse’, sino ser verdaderamente sacerdotes”.

Y continúa: “Cuando se lo piensa en claves mundanas, el ministerio se confunde con un derecho personal, un cargo distribuible; se transforma en mera prerrogativa o en función burocrática. En realidad, nace de la elección del Señor, que con especial predilección llama a algunos varones para hacerlos partícipes de su ministerio salvífico, a fin de que reproduzcan en sí su propia imagen y den un constante testimonio de fidelidad y de amor. Quien busca el sacerdocio por motivos mezquinos, se equivoca de cimiento y construye sobre arena”.

Formarse por “fidelidad a la vocación”

Entre sus consejos, el Papa invita al estudio: “Cristo se deja encontrar de un modo privilegiado en la Sagrada Escritura. Es preciso acercarse a ella con reverencia, con espíritu de fe, buscando al Amigo que se revela en sus páginas. Allí, quien será sacerdote, descubre cómo piensa Cristo, cómo mira al mundo, cómo se conmueve por los pobres, y poco a poco se reviste de sus mismos criterios y actitudes”.

“La Iglesia ha reconocido siempre que el encuentro con el Señor necesita arraigarse en la inteligencia y hacerse doctrina -prosigue-. Por eso el estudio es camino indispensable para que la fe se haga sólida, razonada y capaz de iluminar a los demás. Quien se forma para ser sacerdote no dedica tiempo a lo académico por mera erudición, sino por fidelidad a su vocación. El trabajo intelectual, especialmente el teológico, es una forma de amor y de servicio, necesario para la misión, siempre en plena comunión con el Magisterio”.

Por otro lado, León XIV indica que “la oración y la búsqueda de la verdad no son caminos paralelos, sino un único sendero que lleva al Maestro. Una piedad sin doctrina se vuelve sentimentalismo frágil; una doctrina sin oración se vuelve estéril y fría. Cultiven ambas con equilibrio y pasión, sabiendo que solo así podrán anunciar auténticamente lo que viven y vivir con coherencia lo que anuncian. Cuando la inteligencia se abre a la verdad revelada y el corazón se enciende en la oración, la formación se vuelve fecunda y prepara para un sacerdocio sólido y luminoso”.

Asimismo, les recuerda su misión de ser padres. “Ser padre no es algo que se hace, sino algo que se es. Un verdadero padre no vive para sí, sino para los suyos. La paternidad sacerdotal consiste en transparentar el rostro del Padre, de modo que quien encuentre al sacerdote intuya el amor de Dios”, recalca.

“Tal paternidad se expresa en actitudes de entrega: el celibato como amor indiviso a Cristo y a su Iglesia, la obediencia como confianza en la voluntad de Dios, la pobreza evangélica como disponibilidad para todos, y la misericordia y fortaleza que acompañan las heridas y sostienen en el dolor. En ellas se reconoce al sacerdote como verdadero padre, capaz de guiar a sus hijos espirituales hacia Cristo con firmeza y amor. No existe paternidad a medias, ni sacerdocio a medias”, subraya.

Etiquetas: papa León XIV
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