La red intermonástica en España discierne sus próximos pasos en un encuentro en Ávila. Y es que decenas de monasterios, congregaciones y federaciones llevan tres años discerniendo en común sobre nuevos caminos sinodales. Ahora, durante el 4 y 5 de noviembre, en el CITeS, contemplativos de todas las instituciones acudirán a esta cita, que supondrá un punto y seguido importante en el proceso.
- ¿Todavía no sigues a Vida Nueva en INSTAGRAM?
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
El martes 4, a las 19:00 horas, tendrá lugar una reflexión sobre algunas claves para trabajar por una Iglesia sinodal. A las 19:45, será la presentación del libro LiDE, trabajo que resume el camino sinodal recorrido por distintos carismas de la Iglesia en los últimos años a través del discernimiento y el liderazgo.
El Centro Internacional Teresiano Sanjuanista CITeS, Universidad de la Mística, acoge así el último Encuentro ADI presencial (Acompañamiento y Discernimiento Intermonástico) de un primer ciclo de tres años en el que se han celebrado cinco ediciones de esta experiencia formativa y sinodal. Más de un centenar de monjas y monjes ya están participando y el diálogo está abierto a quienes aún no se hayan unido.
Decenas de entidades de Iglesia, algunas de ellas del ámbito educativo, ya se dieron cita el pasado mes de julio en Madrid con la vista puesta en una Iglesia más discerniente y sinodal. Fue durante la celebración, los días 10 y 11 de julio, de las I Jornadas LiDE/ADI. El Encuentro en Ávila viene a completar aquella primera experiencia.
LiDE son las siglas de la Asociación Liderazgo de Discernimiento para Entidades Eclesiales, compuesta por doce instituciones con sede en España y creada para sostener una experiencia formativa en clave sinodal. Con el mismo enfoque, pero en el ámbito monástico, el proyecto Vida Contemplativa en Sinodalidad (VCenS) posibilita la iniciativa.
Acompañamiento y discernimiento intermonástico
El libro, ‘Liderazgo de Discernimiento Eclesial: Método LiDE. de la mano de la editorial PPC, quiere completar un diálogo en Ávila el día 4 en presencia de toda la red Intermonástica. Más allá de la oferta formativa, que continúa -LiDE lleva nueve ediciones celebradas y ADI cinco-, tanto LiDE como ADI han propiciado la existencia de grupos de escucha y discernimiento interinstitucionales en ámbitos educativos o conventuales, espacios que están haciendo posible la creación de iniciativas sinodales inéditas en España, como ya ocurre en otros países.
“La experiencia de ADI ha sido una oportunidad para encontrarnos con hermanos y hermanas de otras espiritualidades, y compartir los desafíos que están presentes en todas nuestras comunidades”, dice María Rebollo, benedictina, del Real Monasterio de San Pelayo, en Oviedo. “ADI es una invitación a crecer en empatía, a disponernos a los cambios necesarios que, a veces, no sabemos cómo afrontar. No es un camino cerrado, sino un sendero de vida donde aprendemos a ‘hacer posible lo posible'”.
“Personalmente, ADI me ha abierto caminos nuevos para avanzar interiormente en el conocimiento de mí misma. Me ha ayudado a mirar la realidad desde otros puntos de vista, a contemplar las situaciones y los desafíos con una mirada renovada. Es, sin duda, una oportunidad para impulsar los cambios que nuestras comunidades necesitan para moverse hacia la vida, para crecer como comunidades abiertas a lo nuevo”, continúa la religiosa.
Por todo ello, apuestan por una vida monástica “en la que sepamos empoderar a los demás y ejercer un liderazgo transformador desde nuestra manera de vivir, desde lo que hacemos y cómo lo pensamos. No queremos un liderazgo piramidal, sino fraternal: de igual a igual, donde todos seamos importantes y donde cada voz sea necesaria. Solo así podremos ser objetivos ante los desafíos que el mundo de hoy nos plantea y ante los propios retos de nuestras comunidades”.
“Dar continuidad a esta experiencia de acompañamiento y discernimiento en clave de liderazgo nos anima a seguir caminando, reconociendo nuestras dificultades y compartiendo la vida desde los distintos carismas que la Iglesia tiene y vive”, subraya. De esta manera, “avanzamos en la sinodalidad de caminar juntos, compartiendo proyectos y experiencias, siendo testimonio unos para otros”.
“Estamos llamados, como Iglesia, a aprender el arte de observar”, subraya la religiosa. “A tomar distancia, sin desentendernos, del momento que vivimos. A cultivar una escucha sin juicios ni prejuicios, a guardar silencio ante lo que no hemos vivido, y a dejarnos tocar por la realidad con respeto y humildad. Estamos llamados a encender una pequeña luz que despierte la posibilidad de otros modos de vivir, de comprender, de acompañar y de estar cerca de quienes más sufren”.
“Cada pequeño cambio personal es como una semilla que depositamos en la tierra y regamos con paciencia y esperanza. Esa semilla, escondida y silenciosa, es profecía de que los cambios son posibles, incluso en los días otoñales o invernales que la Iglesia y nuestras comunidades atraviesan”, añade. “Saber acompañar y dejarnos acompañar, con corazón abierto y mirada fraterna, es quizá el fruto más bello que podemos ofrecer: un signo humilde del Reino que crece, aun cuando parece que todo duerme bajo la tierra”.
“Tenemos la certeza de que el camino que otras comunidades abren con sus procesos personales es fuente de vida para la Iglesia y para quienes deseamos seguir caminando juntos, compartiendo debilidades y dones”, concluye. “No sabemos si en el futuro viviremos todos nuestro ser de bautizados y consagrados en una misma experiencia, formando una única familia donde todos lo seamos todo en Él”.