El Papa destaca la participación, la sinodalidad y la misión como claves del compromiso juvenil en la Iglesia
León XIV IYAB
El papa León XIV ha recibido esta mañana en el Palacio Apostólico Vaticano a los miembros del International Youth Advisory Body (IYAB), el organismo vinculado al Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida que asesora a la Santa Sede para que el “punto de vista de los jóvenes” esté presente en la misión de la Iglesia.
El Papa ha comenzado agradeciendo “su disposición y sus esfuerzos de estos días” en Roma para acompañar el discernimiento de la Curia sobre los desafíos actuales. A continuación, centró su discurso en tres ejes —participación, sinodalidad y misión— que, a su juicio, definen el papel de los jóvenes en la Iglesia de hoy.
Sobre la participación señaló que no nace de un interés ideológico ni político, sino de la relación con Jesús: “Quienes se acercan al Corazón de Cristo empiezan a sentir como Él siente. Comienzan a llevar el mundo entero en su corazón: nada les es ajeno y nadie les resulta indiferente”.
Por eso animó a los jóvenes a madurar espiritualmente hasta “compartir las heridas, sueños y dificultades de todos los jóvenes de nuestro tiempo”, y a preguntarse cómo la Iglesia puede salir a su encuentro con “la misma compasión de Cristo”.
El Papa dedicó la segunda parte de su intervención a la sinodalidad, recordando que la Iglesia es comunión y que la voz de los jóvenes debe escucharse especialmente cuando representan a quienes quedan al margen:
los pobres, los excluidos, los refugiados o los que no encuentran oportunidades.
“Una fe descubierta online puede ser intelectualmente y emocionalmente reconfortante, pero nunca está encarnada”, continuó el Papa, defendiendo a su vez que “la fe se vive en comunidad y todo es más fácil cuando lo hacemos juntos”.
Por otro lado, el Papa subrayó que la sinodalidad conduce siempre a la misión, movida por el Espíritu Santo: “No se trata de reglas de reuniones, sino de abrir espacio a la acción de Dios”. Por este motivo, ha pedido a los jóvenes valentía, apertura de corazón y libertad interior para escuchar tanto a Dios como a las personas.
“La misión exige corazones abiertos, libres del miedo: al Señor le encanta llamarnos a forjar caminos nuevos”, ha aseverado.