León XIV pide a los educadores “interioridad, unidad, amor y alegría” para renovar la escuela católica

El Papa convoca al mundo educativo a una “misión común” en tiempos de pantallas y fragilidad emocional

León XIV

En una abarrotada Plaza de San Pedro, el papa León XIV ha recibido este viernes a los participantes del Jubileo del Mundo Educativo, un acto que ha reunido en el Vaticano a profesores, directivos, religiosos y agentes educativos de todos los niveles, desde Primaria hasta la Universidad.



“Estoy muy contento de poder encontrarme con ustedes”, ha saludado el Pontífice, recordando que la Iglesia es “Madre y Maestra” y que quienes enseñan “encarnan su rostro para tantos alumnos y estudiantes”. Y ha confesado hablar desde la experiencia: “Yo también fui docente”, ha dicho, y por eso ha querido ofrecer una hoja de ruta clara para el futuro de la educación católica con cuatro pilares inspirados en San Agustín: interioridad, unidad, amor y alegría.

El Maestro está dentro

“Es un error pensar que para enseñar bastan palabras bonitas o aulas bien equipadas… el verdadero Maestro está dentro”, ha advertido León XIV. Asimismo, en un mundo “dominado por pantallas y filtros tecnológicos”, ha animado a ayudar a los jóvenes —y también a los docentes, “a menudo cansados y sobrecargados”— a reconectar con su mundo interior: “El corazón habla al corazón”, recordó citando a Newman, y también a San Agustín: “Entra dentro de ti mismo, porque en el hombre interior reside la verdad”.

“Sólo en Cristo encontramos verdaderamente la unidad”, ha asegurado, reivindicado la dimensión comunitaria del aprendizaje y confirmando, además, que impulsará el Pacto Educativo Global iniciado por Francisco. La educación, ha insistido, es un “acto de amor compartido”.

León XIV en el Jubileo del Mundo Educativo

León XIV en el Jubileo del Mundo Educativo

“Compartir conocimiento no basta”

“El amor a Dios es primero en el orden del mandato; el amor al prójimo, en el orden de la acción”, ha subrayado. Así, hap preguntado a los educadores qué puentes están construyendo, a quién están incluyendo y cuánto se están implicando con los estudiantes más vulnerables. Y lanzó una advertencia: “Dañar el papel social y cultural de los formadores es hipotecar el futuro”.

Como último pilar abordó uno de los desafíos más serios en las aulas: la fragilidad interior de niños y jóvenes. “Los verdaderos maestros educan con una sonrisa”, ha afirmado, llamando a combatir la soledad creciente que puede agravar “la ilusión de no necesitar a nadie” alimentada por la inteligencia artificial. Frente a sistemas fríos y estandarizados, defendió el calor humano: la educación —dijo con Agustín— es una llama que “funde las almas y de muchas hace una sola”.

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