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Marcelo Colombo: “Todos hemos sido evangelizados por los pobres en este Jubileo”

| 27/10/2025 - 00:01

El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina valoró en Vida Nueva la profundización del camino de la conversión pastoral y el acompañamiento asumido hacia los más vulnerables





Una vez más Roma fue testigo del encuentro de delegaciones sociales y pastorales que, bajo el signo de la Esperanza, tuvieron un espacio para la reflexión y el análisis de experiencias que favorecen la construcción del tejido eclesial y social.



Equipos sinodales y Movimientos Populares celebraron sus Jubileos, y Vida Nueva entrevistó al arzobispo de Mendoza y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, Marcelo Colombo, para compartir no solo su experiencia allí, sino para vislumbrar las acciones y propuestas recogidas para los desafíos actuales.

“Pechar juntos”

PREGUNTA.- ¿Qué puede contarnos sobre este Jubileo de los Movimientos Populares y los equipos sinodales a partir de su participación allí en Roma?

RESPUESTA.- Participando de ambos encuentros, me alegró experimentar que estaba ante esas “señales de esperanza” que nos pedía el papa Francisco al convocar el Jubileo de la Esperanza. La estrecha cercanía del Papa a lo largo de su realización me lleno de alegría al percibir que se profundiza un camino eclesial de conversión pastoral y de acompañamiento comprometido del mundo de los pobres, los excluidos, los vulnerables.

P.- “¡Estoy con ustedes!”, fue una declaración de principios del papa León XIV. A partir de allí, ¿cuáles son las fortalezas y las novedades en su Magisterio sobre los movimientos populares en la misión de la Iglesia?

R.- Estrechamente unida a su experiencia de misionero en América latina, esta comprensión bien concreta del mundo de los pobres, así como de los distintos desafíos que ellos afrontan, constituye un signo esperanzador de esta etapa de la vida de la Iglesia y su magisterio social. Como Francisco, parten de la realidad leyéndola evangélicamente, tratando de iluminarla pastoralmente.

Otra fortaleza que quiero destacar es la participación de hermanos y hermanas muy pobres de todos los continentes, su conciencia de la realidad, así como su pertenencia a la Iglesia como pueblo de Dios peregrino entre las realidades humanas. El afectuoso vínculo con los obispos, sacerdotes y religiosos, dejaban ver su necesidad de ser acompañados y sostenidos pastoralmente, valorando la presencia de la Iglesia en sus vidas y en sus historias atravesadas por el dolor y la necesidad; una Iglesia que confía en ellos y apuesta a su organización solidaria y fraterna para “pechar juntos” en medio de los problemas de la vida.

El potente mensaje del Evangelio

P.- ¿Qué mensaje cree que el Jubileo de los Movimientos Populares envía al mundo en este momento histórico tan particular?

R.- El Jubileo nos revela el rostro de Jesús presente entre los pobres de la tierra, siempre buena noticia para todos los hombres y mujeres de buena voluntad. Es posible un mundo más justo y más fraterno, construyendo con ellos una historia nueva. Cuando vemos las posturas de tantos actores políticos, aquellos que los ignoran en sus macroeconomías de la indiferencia y también los que los tienen de rehenes sin ayudarlos de verdad, nos damos cuenta de que la política está ajena y ausente en la vida de los pobres. Hay que urgir a una mayor conciencia crítica de parte de las élites políticas para que nuevos liderazgos y abordajes de la pobreza y la exclusión tenga lugar en verdaderas políticas de estado. En una formación de nuevos líderes, las Iglesias tienen mucho para ofrecer. El Evangelio es indudablemente un mensaje potente que atraviesa todas las realidades humanas, especialmente las más duras y difíciles. Los miembros de los movimientos sociales lo han entendido y nos lo dicen con firmeza y sensibilidad.

P.- ¿Qué desafíos encuentra la Iglesia al acompañar a los movimientos sociales sin perder su identidad evangelizadora?

R.- Servir desde el Evangelio a la promoción de los pobres, al respeto de su dignidad inalienable y a su participación en la vida de los pueblos y en la historia de los hombres, no tiene modo de equivocar el camino. Para mí se trata de vivir en clave evangélica este servicio de animar, sostener y acompañar la fragilidad, con clara comprensión de que somos instrumentos del amor de Cristo, el buen pastor; y además, recordar que nosotros somos parte de ese pueblo peregrino donde los pobres son los benditos de Dios; por eso, cantar con María su Magnificat nos va a recordar siempre la obra grande de Dios en nosotros, en su pueblo, en sus pobres.

Iglesia misionera, sinodal y samaritana

P.- ¿Qué objetivos y líneas de trabajo han propuesto en este encuentro con los equipos sinodales para vivir más plenamente la corresponsabilidad eclesial? ¿Cuáles propondría con más fuerza para la Iglesia argentina?

R.- Los objetivos y líneas están propuestos por las Pistas para la implementación del camino sinodal que nos envió la Secretaría General del Sínodo; fortalecer una decidida incorporación de todas las iglesias particulares al camino sinodal debería ser prioritario, y no descuidar un cierto “cronograma” para no enfriar el trabajo emprendido ni ceder al “tiempismo” de la indiferencia y el dejar pasar esta oportunidad de renovarnos en este serio proceso de conversión pastoral iniciado. Ayudará mucho la Secretaría del Sínodo con sus aportes y también, en el caso de América Latina, los trabajos de reflexión que permanentemente nos propone el CELAM. Fue muy lindo escuchar al Papa agradecer el testimonio de la Iglesia de América Latina para construir este tiempo de la Iglesia universal.

Pensando en la Iglesia argentina, estamos trabajando mucho en la CEA para revisar nuestro Estatuto y ponerlo a tono con este tiempo tan vivo de una Iglesia misionera, sinodal y samaritana. Pero queda a las diócesis afrontar la constitución efectiva de su propio equipo de animación sinodal, así como renovar las estructuras de participación (consejos), diocesanos y parroquiales. Muchas ya lo hacen con una seriedad y entusiasmo contagiosos y eso es una señal de viva esperanza.

P.- A nivel personal, ¿qué imágenes, expresiones, o charlas, que lo han conmovido o emocionado, alertado o animado, se lleva de estos días?

R.- Reencontrarme con tantos hermanos y hermanas de las dos sesiones sinodales fue realmente conmovedor y alentador. Pero sobre todo fue muy hermoso en el jubileo de los movimientos sociales ver la alegría de los participantes; conmovían con sus historias duras llenas de dolor, pero resignificadas por su opción de vida junto a otros, por el bien de todos. El “gracias por estar” o “gracias por saltar por nosotros” fueron de las cosas que más me impactaron en el corazón. Sentirme parte de una Iglesia que asume su lugar de servicio a los pobres siempre me anima en mi propio andar de pastor. Un joven al final de la audiencia con el Papa me pidió la bendición de Dios; sentía, me dijo, que el jubileo era para él un momento fuerte de sentirse y saberse perdonado totalmente por Dios. En mi corazón sentí casi llorando aquellas expresiones fuertes de Jesús: “vete, tu fe te ha salvado”, “hermano, qué grande es tu fe.” Cuando terminó el saludo al Papa de una joven mexicana, vendedora ambulante en EE.UU., el Papa se paró enseguida, también él conmovido a agradecerle…. Creo que todos hemos sido evangelizados por los pobres en este Jubileo.

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