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Almudena Soler Sánchez: “El diálogo entre religiones es hoy una urgencia”

| 14/10/2025 - 12:13

La religiosa de Jesús-María y doctora en Teología por la Universidad Loyola reflexiona sobre el diálogo islamocristiano





“Desde muy joven se despertó en mí la inquietud por una reflexión teológica que enriqueciera mi vida de fe”. Así habla Almudena Soler Sánchez, religiosa de la Congregación de Jesús-María y doctora en Teología por la Universidad Loyola, que ha dedicado los últimos años a investigar sobre la ciudadanía en las tradiciones cristiana e islámica como vía para el diálogo islamocristiano.



La experiencia de un doctorado en Loyola

Soler no concibe su doctorado como un fin en sí mismo, sino como un paso que le permite continuar desarrollando su labor en la Iglesia. “La realización de un doctorado ha de ser comprendida como un medio que te permite continuar tu misión. Para mí ha supuesto un espacio privilegiado para madurar en la fe, en el pensamiento y en mi compromiso con la Iglesia y el mundo”, señala.

La elección de la Universidad Loyola estuvo marcada por su propio recorrido académico y por los vínculos que había establecido en su formación previa. “Había estudiado el Bachiller en Teología en la Facultad de Teología de Granada, integrada hoy en la Universidad Loyola, marchándome posteriormente a Lyon para cursar el máster en l’Université Catholique. Los lazos entre ambas instituciones y la posibilidad de trabajar con investigadores que conocían bien mi trayectoria hicieron de Loyola el lugar idóneo para continuar mi camino”.

Para ella, el doctorado ha sido una experiencia transformadora: “Me ha permitido profundizar en el diálogo islamocristiano desde una perspectiva rigurosa y comparativa, pero también ha sido una oportunidad para crecer en apertura, comprensión, paciencia y capacidad de escucha. Además de un trabajo académico, ha sido un proceso de conversión intelectual y espiritual”.

Vocación, investigación y misión

Soler entiende su recorrido académico inseparable de su consagración. “Mi pertenencia a la Congregación de Jesús-María y mi trayectoria académica han ido entrelazándose y enriqueciéndose mutuamente. Ahora no concibo mi trabajo académico e investigador como algo personal, independiente de mi ser consagrada, sino como parte de la misión de la Iglesia en el mundo”, asegura.

El interés por el diálogo con el islam nació a raíz de los envíos recibidos de su congregación, especialmente durante los años en los que vivió en Marruecos, donde comenzó a preguntarse por la libertad religiosa y por la forma en que creyentes de distintas tradiciones pueden compartir vida y trabajar juntos por un mundo más humano.

Universidad Loyola

Ciudadanía, fe y convivencia

Su investigación muestra que tanto el cristianismo como el islam, siendo las dos tradiciones religiosas con mayor número de fieles en el mundo, tienen mucho que aportar a la construcción de sociedades más justas e inclusivas. “El esfuerzo del diálogo islamocristiano debe perseguir en la actualidad dos objetivos: por un lado, la cooperación social y la convivencia pacífica y enriquecedora; y por otro, la búsqueda de modelos políticos y sociales en los que la religión profesada no limite los deberes y derechos reconocidos a cada ser humano”, destaca.

La voz de las mujeres en la Teología

El doctorado en la Universidad Loyola también ha sido para ella un espacio de reivindicación. “La presencia de la mujer en el ámbito teológico, y especialmente en el pensamiento social y político, sigue siendo minoritaria, pero, si queremos que nuestra voz se escuche en la Iglesia, es responsabilidad nuestra formarnos a todos los niveles y en todos los ámbitos”.

Una teología con olor a calle

Para la religiosa, la teología no puede quedarse en los libros ni en los despachos. “Eliminar del debate público la reflexión teológica sobre el ser humano como miembro de una comunidad política nos llevaría a una visión incompleta de la realidad”, afirma. Y recuerda las palabras del papa Francisco: “No os conforméis con una teología de despacho. Que el lugar de vuestras reflexiones sean las fronteras. También los buenos teólogos huelen a pueblo y a calle, y con sus reflexiones vierten aceite y vino sobre las heridas de los hombres”.

Con su testimonio, y con la experiencia de un doctorado en la Universidad Loyola que ha marcado su trayectoria, la consagrada muestra que la investigación teológica unida a la vocación religiosa puede convertirse en un camino fecundo de encuentro y esperanza para un mundo marcado por la pluralidad y el deseo de paz.

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