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El último adiós de Cobo a José Antonio Álvarez: “De un pastor no quedan sus títulos, sino huellas de amor”

| 02/10/2025 - 12:50





Despedida solemne y emotiva en la catedral de la Almudena al obispo auxiliar de Madrid, José Antonio Álvarez, que falleció ayer de un infarto fulminante. El cardenal arzobispo de Madrid, José Cobo, presidió el funeral previo a la sepultura, que tuvo lugar en la cripta del templo.



En una catedral llena, con una presencia más que significativa del clero madrileño y el respaldo de los obispos de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal, se compartió el duelo por la muerte del prelado de 50 años junto a la familia, los amigos y los laicos y religiosos que acompañaron a Álvarez a lo largo de su trayectoria pastoral.

Siembras silenciosa

Con la parábola del grano de trigo y un cuento que parecía actualizar las palabras de Jesús, Cobo arrancó una homilía en la que abordó las “grandes virtudes” de José Antonio Álvarez, en un camino ministerial “de entrega, de siembra silenciosa, de sacrificio escondido”.

Funeral del obispo auxiliar José Antonio Álvarez

El purpurado y compañero de fatigas del obispo auxiliar, ahondó en el lema episcopal del fallecido, un ‘Sígueme’ que se tradujo en una entrega como vicario general de la Iglesia madrileña, regalando “su tiempo, su salud, su corazón, su oración, sus manos que bendecían, organizaban la vida de la diócesis y repartían el Pan de la vida”. “Su sonrisa y la forma de afrontar muchas cosas nos ha aliviado”, reconocía Cobo al contemplar su ataúd ante el altar.

Ni monumentos ni logros visibles

“Un obispo, un apóstol, no suele dejar grandes monumentos ni logros visibles. Lo que deja son semillas: la Palabra predicada, los sacramentos celebrados, las lágrimas compartidas, la fe transmitida”, ensalzó el arzobispo de Madrid, poniendo en valor su cercanía, misericordia y esperanza: “Lo que queda de un pastor no son sus cargos ni sus títulos, sino las huellas de amor que ha dejado en su diócesis”.

Funeral del obispo auxiliar José Antonio Álvarez

Con este punto de partida, invitó a los presentes a llevar a cabo un particular examen de conciencia: “¿Qué siembra dejo? ¿Qué estoy sembrando como testimonio de vida?”. “Todo terminará, pero Él permanece y en Él podemos reconocer cómo Cristo se siembra en nosotros”, dejó Cobo como pista para responder, con otra moraleja evangélica: “Solo se gana la vida cuando se entrega”. Con la vista puesta en la Archidiócesis de Madrid y en el trabajo realizado por el obispo auxiliar fallecido, enfatizó que se entregó “para que la Iglesia sea comunidad abierta y comprometida”. “Él siempre ha sido de aglutinar, de sumar y aunar”, expresó.

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