Organizada por la Agrupación de Cofradías, con el patrocinio del Ayuntamiento y la Diputación de Córdoba, la cita se enmarcó en el Año Jubilar y coincidió con el Día Mundial del Turismo
Lucena escribió una página histórica el pasado 27 de septiembre con la celebración de la Procesión Magna Pasionista Lucena Vive la Pasión. Organizada por la Agrupación de Cofradías, con el patrocinio del Ayuntamiento y la Diputación de Córdoba, la cita se enmarcó en el Año Jubilar y coincidió con el Día Mundial del Turismo.
La ciudad se convirtió en epicentro del arte sacro y del turismo religioso, en pleno camino para lograr la Declaración de Interés Turístico Nacional de su Semana Santa, ya reconocida como Fiesta de Interés Turístico de Andalucía desde 2003. La seña de identidad de la celebración, la santería, reforzó su proyección como Bien de Interés Cultural Nacional, declarada a inicios de 2025.
Un total de 18 imágenes, entre cristos, vírgenes y pasos de misterio de las 17 cofradías de Pasión, recorrieron las calles de la localidad. El cortejo, que mantuvo el orden cronológico de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, estuvo presidido por María Santísima de Araceli, patrona de Lucena y del campo andaluz, así como alcaldesa perpetua de la ciudad.
La procesión arrancó a las 18:25 horas y estrenó carrera oficial a partir de las 19:00, con 550 metros de recorrido. Más de 1.300 personas formaron parte de un cortejo que convirtió la Plaza Nueva en centro neurálgico, con 1.853 sillas disponibles cuyo beneficio se destinó a Cáritas Parroquiales.
La Magna sonó al ritmo del tambor y el torralbo, patrimonio sonoro de Lucena, junto a cinco formaciones musicales: la Agrupación Musical Virgen de los Reyes, la Banda de Cornetas y Tambores de las Cigarreras, la Agrupación Musical Jesús de la Redención, y las locales Cristo de la Humillación y Banda de Música de Lucena. Se sumaron además los sonidos del Toque de Silencio, los tambores enlutados y la Hermandad de Tambores.
Asimismo, el arte de la santería, único en el mundo, marcó cada paso de la procesión. Se trata de un patrimonio vivo transmitido de generación en generación, donde los pasos se portan a hombros, a cara descubierta, siguiendo las órdenes del manijero y al compás del tambor y el torralbo. Su valor antropológico, social y espiritual lo convierte en un lenguaje simbólico y en un vínculo comunitario que trasciende lo estandarizado.
Con previsión de 20.000 asistentes, la ciudad desplegó un Plan de Emergencias dirigido por el arquitecto Manuel Roldán, con 24 vigilantes privados, más de 50 voluntarios, 20 efectivos de Protección Civil y más de medio centenar de agentes de Policía Local y Nacional, además de dispositivos sanitarios y de bomberos reforzados.
La ocupación hotelera alcanzó el 100 % y el impacto económico se dejó sentir en la hostelería, el comercio y los servicios turísticos, reforzando la proyección de Lucena como destino cultural y religioso en el corazón de Andalucía.
Para Antonio Díaz, presidente de la Agrupación de Cofradías, el evento supuso situar a la ciudad “en el corazón de la Iglesia que peregrina en este Año Jubilar, ofreciendo al mundo un testimonio público de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo”.
El dirigente cofrade insistió en que “no será un desfile más, sino una catequesis en la calle, un anuncio público de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo en el marco del Año Jubilar”. Y añadió: “Lucena abre sus templos y sus calles para proclamar la fe y la esperanza. La santería, nuestro patrimonio artístico y devocional, y la hospitalidad de nuestra gente serán un medio para que todos experimenten el amor de Dios”.