La Orden de San Agustín proclama su compromiso con la fraternidad, la dignidad humana y la paz en comunión con el papa León XIV
León XIV, con el nuevo prior general de los agustinos
La Orden de San Agustín ha clausurado en Roma su 188º Capítulo General Ordinario con un mensaje que se convierte en hoja de ruta para los próximos seis años. El texto, marcado por la elección del papa León XIV —el primer agustino en acceder al ministerio petrino— y en el horizonte del próximo Jubileo, expresa la convicción de que la fraternidad es la clave del carisma agustiniano y la mejor contribución de la Orden a la Iglesia y al mundo.
“Mediante el testimonio de nuestra vida fraterna tratamos de anunciar a todos los pueblos el Evangelio de Cristo y de hacer partícipes de su redención a todos los hombres”, señalan los agustinos en su declaración final. Frente a un planeta herido por “egoísmo, división y violencia”, insisten en que la justicia no solo es una exigencia, sino también “el fruto maduro de este mismo Evangelio”.
El documento reconoce que “el orgullo divide; la humildad une”, y subraya que solo desde la humildad puede brotar una fraternidad capaz de hablar “al mundo de la ternura de Dios”. La comunidad agustiniana se declara dispuesta a trabajar en cada uno de los continentes en los que está presente para la defensa de los más vulnerables y la promoción de “una cultura que proteja y eleve la dignidad humana”.
El mensaje dedica un apartado especial a la paz, en sintonía con las palabras del papa León XIV: “Una paz desarmada y desarmante, humilde, perseverante”. Los agustinos aseguran que la conversión a la paz es inseparable de su carisma, y rechazan “el uso de las armas y la opresión violenta sobre los más débiles”. Por eso proclaman: “Alzamos la voz por la paz, suplicamos por la paz, rezamos por la paz, en todas las partes del mundo, también allí donde el ruido de la guerra y la violencia es silenciado”.
En fidelidad a san Agustín, la Orden recuerda que la fraternidad nace “de la defensa humilde y sincera de la Verdad, incansablemente buscada en el diálogo, el respeto y el amor de caridad”. Solo desde esa comunión, afirman, es posible anunciar el Evangelio de manera creíble y ofrecer esperanza a un mundo desgarrado por los conflictos.