La reunión del Pontífice con tres obispos exiliados por el régimen de Daniel Ortega es interpretada por la abogada Molina, como un gesto de cercanía y esperanza hacia la Iglesia perseguida en ese país
Audiencia privada del papa León XIV con obispos nicaragüenses. Foto: Vatican Media
La reciente reunión del papa León XIV con tres de los cuatro obispos exiliados de Nicaragua por el régimen de Daniel Ortega constituye un signo de esperanza y cercanía con ese pueblo amado, aseguró para Vida Nueva la abogada Martha Molina, autora de los informes ‘Nicaragua: ¿una Iglesia perseguida?’.
Y es que, el 23 de agosto, el Pontífice tuvo una audiencia privada con los obispos Carlos Enrique Herrera, presidente de la Conferencia Episcopal de Nicaragua; Silvio José Báez, auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, e Isidoro Mora Huerta, obispo de la Diócesis de Siuna.
Cabe destacar que no estuvo en la reunión el obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, quien estuvo preso en una de las cárceles de máxima seguridad del gobierno sandinista, antes de ser exiliado a Europa.
Esta fue la primera vez que el papa León XIV se encuentra con los obispos exiliados, por lo que la reunión no pasó desapercibida, y ha sido interpretada como un signo de cercanía para la Iglesia perseguida en ese país centroamericano desde el 2018.
Las hostilidades en contra de la Iglesia, por parte de Daniel Ortega, comenzó luego de que el episcopado y el clero condenaran la represión del gobierno en contra de los grupos disidentes a una reforma de seguridad social.
Para Martha Molina, esta reunión del Papa con los obispos desterrados y desnacionalizados ha demostrado que Nicaragua es uno de los puntos críticos a los que tiene que dar seguimiento.
Explicó: “El Papa es un pastor que vive informado y se ha reunido exactamente con los obispos que le mantendrán actualizado y sin distracciones de lo que realmente ocurre en Nicaragua. Él, a su vez, está demostrando cercanía con su amado pueblo”.
Fue este lunes cuando la Santa Sede hizo públicas las fotografías, en las que se puede observar, junto al papa León XIV, al obispo Herrera -detenido por la policía en noviembre de 2024 y desterrado a Guatemala-; Mora Huerta -quien estuvo preso durante casi un mes en Nicaragua y posteriormente desterrado en enero de 2024-, y Silvio Báez -quien en abril de 2019 tuvo que abandonar Nicaragua por orden el papa Francisco, luego de descubrirse un plan para asesinarlo-.
Por otra parte, Martha Molina denunció que este 25 de agosto se dio a conocer de otro preso político muerto bajo el cuidado del sistema penitenciario de Nicaragua, quien sería el sexto asesinado.
“Esta situación que nos preocupa porque aún existen varios laicos católicos presos políticos de la dictadura y que también podrían tener el mismo final”, dijo la abogada a Vida Nueva, citando el siguiente mensaje de la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental (Bureau of Western Hemisphere Affairs):
“Horrorizados por la inhumanidad de la dictadura Murillo-Ortega. Las autoridades devolvieron el cuerpo sin vida de Mauricio Alonso, un defensor nicaragüense de la libertad religiosa, a su familia hoy. La dictadura detuvo injustamente a Alonso y lo mantuvo incomunicado durante un mes, hasta su muerte. Esta tragedia ocurrió bajo la mirada de Murillo-Ortega. Estados Unidos ni tolerará tal crueldad ni olvidará este crimen”.
