Felipe Arizmendi asegura que si bien no duda de sus beneficios, también “ata tanto a las personas que no pueden vivir sin estar a todas horas pendientes del mismo, y con ello, se distancian de las personas y de la realidad”
Personas usando el móvil. Foto: EFE
El cardenal mexicano Felipe Arizmendi Esquivel, obispo emérito de San Cristóbal de Las Casas, alertó acerca del uso que se hace del teléfono celular pues, si bien “nadie puede dudar de los beneficios que ha traído”, también “en algunos casos se ha convertido en un instrumento que ata tanto a las personas que no pueden vivir sin estar a todas horas pendientes del mismo, y con ello se distancian de las personas y de la realidad”.
En su artículo semanal titulado ‘Encadenados al celular’, Arizmendi aseguró que el teléfono móvil “es una ayuda extraordinaria, fruto de la gran capacidad intelectual que Dios ha puesto en nuestras mentes. Podemos relacionarnos mejor, conocer varias opciones y decidir muchas cosas en la vida. ¡Cuánto se ha facilitado lo que antes nos costaba tanto trabajo!”.
No obstante, hizo el siguiente llamado: “Eduquémonos para ser libres y saber cuándo usar el celular y cuándo no tomarlo en cuenta”.
Relató que incluso una persona le consultó si su confesión sacramental había sido válida, porque el sacerdote que la atendió en el confesionario “todo el tiempo estuvo viendo y manejando su celular. Desde que empezó la confesión y la persona iba diciendo sus pecados, el sacerdote estaba más pendiente del celular que de lo que se le decía. Casi no terminó de decir sus pecados y el sacerdote le dio la absolución sin dejar de ver su celular”.
El cardenal manifestó que para la persona sí valió su confesión, “pues Dios ve el corazón; pero ¡qué falta de respeto por parte del sacerdote! Así, mejor que ni se siente a confesar. Es un momento muy sagrado y los fieles merecen todo respeto, ser escuchados y atendidos con la mente y con el corazón, al estilo de Jesús”.
Asimismo, recordó que cuando ha dirigido retiros espirituales a sacerdotes, seminaristas o religiosas, es frecuente que alguno esté más pendiente del celular, que de la meditación; “en asambleas o reuniones de todo tipo, desde diputados y senadores, hasta obispos y agentes de pastoral, cuando se están discutiendo diversos asuntos, algunos votan sin saber lo que se está decidiendo, u opinan sin tomar en cuenta lo que ya otros expresaron, porque estaban más pendientes de las últimos novedades o informaciones en su celular, la mayoría de las veces intrascendentes, que de lo que se estaba tratando”.
Para el cardenal mexicano, “la curiosidad les atrapa. Y si lo olvidan o lo pierden, se sienten perdidos. ¡Tanto dependen de él! Lo mismo pasa en la familia, cuando a la hora de los alimentos ya no conversan, sino que cada quien está viendo su celular. A veces, sucede entre los mismos novios, que pasan largos ratos en su celular, en vez de compartir la vida”.
En algunos lugares, dijo, se ha prohibido su uso en las escuelas primarias, “para evitar que los niños estén tan distraídos que no pongan atención a sus maestros y que no retengan ni memoricen, porque todo les resbala. En otras instancias, se buscan formas de que los alumnos no usen el celular, para que no se desconcentren”.
Finalmente, pidió ponerse “en el lugar de la persona que tenemos en frente: si la oímos sin escucharla porque estamos pendientes del celular, no se sentirá tomada en cuenta. Amar a los demás es también atenderlos a ellos, antes que al celular”.