La Iglesia en El Salvador, contra la reforma constitucional de Bukele para blindarse en el poder

El presidente del episcopado, José Luis Escobar, asegura que “para la legitimidad el pueblo debe ser consultado” y pide a los diputados reconsiderar las medidas aprobadas

Arzobispo Escobar y cardenal Rosa

Hace una semana la Asamblea Legislativa de El Salvador aprobó reformas constitucionales que “permitirán la reelección del presidente de la República de manera indefinida”, además de “extender el período presidencial de cinco a seis años y eliminar la segunda vuelta electoral”.



A ese respecto, desde la Catedral Metropolitana de San Salvador, el presidente de la Conferencia Episcopal de El Salvador y arzobispo de San Salvador, José Luis Escobar Alas, pidió a los “señores diputados… -con todo respeto y sin otro interés más que el bien de nuestro pueblo- reconsideren las reformas a la Constitución recientemente aprobadas por ese pleno legislativo de manera inconsulta, pues para la legitimidad de una reforma constitucional, el pueblo debe ser consultado“.

En su homilía pronunciada en una misa en Honor al Divino Salvador del Mundo, concelebrada con los obispos, también pidió a los legisladores “que cumplan con la deuda que tienen con este pueblo, de derogar la ley de la minería; pedimos a los señores diputados la ley que derogaron, la que protege el medio ambiente, la vida y la salud de las personas, los animales y las plantas, la ley que prohíbe la explotación minera, pues la minería metálica no es viable en nuestro país, como lo demuestran abundantes estudios científicos, por nuestra densa población y nuestra condición geográfica”.

Cartel: no a la minería. El Salvador

Cartel: no a la minería. El Salvador. Foto: EFE

“Encontrar modos de resolver el flagelo de la pobreza”

Por otro lado, pidió a las autoridades de Estados Unidos “detener la persecución contra nuestros hermanos migrantes; pedimos que se les respeten sus derechos y el derecho a la migración es fundamental en los derechos humanos; pedimos no criminalizarles en su estatus sólo por ser indocumentados. Son personas nobles, personas buenas, trabajadoras, que han hecho mucho por aquel país y que merecen un trato digno; personas que no hacen mal a nadie, al contrario, buscan sacar adelante a sus familias y por eso su esfuerzo en el trabajo y en la migración”.

El arzobispo también pidió a los gobernantes en El Salvador “encontrar modos de resolver el flagelo de la pobreza que aqueja a nuestra gente como resultado de políticas económicas que hasta ahora no han resuelto las necesidades más urgentes de las grandes mayorías empobrecidas y por eso la necesidad de la migración”.

Para concluir, resaltó las virtudes de los salvadoreños: “El pueblo salvadoreño es capaz de producir grandes riquezas pues sabemos que es un pueblo trabajador y emprendedor, es un pueblo noble y valiente; este pueblo ha salido adelante en medio de tragedias naturales, de balas y cañones de guerra y en medio de la violencia de las pandillas; a este pueblo, nada lo ha doblegado porque Cristo transfigurado y resucitado ha caminado junto con él… protegiéndolo, cuidándolo y animándolo para sobrevivir en un mundo hostil… este es el pueblo de monseñor Romero por el que todos debemos trabajar”.

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