María Milagrosa Pérez Caballero, superiora general de las HAM
Intervención eclesial total a una de las plataformas femeninas que se presentaban como un modelo ejemplar de consagración y referente vocacional para las jóvenes, con una rápida expansión en estos últimos años. Conocidas popularmente como las HAM, tras estas siglas se esconden las Hijas del Amor Misericordioso, una asociación pública de fieles, con presencia en las diócesis de Madrid, Toledo, Sevilla y Getafe. Si en sus orígenes en 2007 apenas eran quince, en menos de dos décadas habrían multiplicado el número de jóvenes que han reclutado en sus filas.
Hoy la Archidiócesis de Madrid ha dado a conocer la expulsión de esta plataforma eclesial de su actual superiora general, María Milagrosa Pérez Caballero, conocida en los ámbitos eclesiales como Marimí. Según reza el comunicado facilitado por el Arzobispado madrileño, se trata de una “medida temporal” hacia esta sevillana de 58 años, fruto de una investigación realizada por el Tribunal de la Rota de la Nunciatura Apostólica, que parecía “verosimilitud” a las “numerosas denuncias recibidas” que se refieren a aspectos “cuya competencia pertenece al dicasterio para la Doctrina de la Fe”. O dicho de otro modo, según ha podido confirmar ‘Vida Nueva’ desde algunas de quienes ya se reconocen a sí mismas como víctimas de las HAM, podrían considerarse abusos de poder y de conciencia estructurales en el seno del grupo desde un “control carente de libertad rea, anulación del sentido crítico y aislamiento familiar”, carencias básicas en materia de discernimiento, acompañamiento y formación, además de algunas supuestas incidencias de tipo afectivo-sexual.
Junto a la decisión adoptada con relación a la líder del grupo, el equipo del cardenal José Cobo ha optado por fiscalizar de manera integral a la asociación que aspiraba a ser congregación religiosa. Y aunque con este plan de actuación a priori se buscaría reconducir la asociación, fuentes consultadas por ‘Vida Nueva’ comparten que sobre la mesa se ha llegado a poner el cierre del grupo, a la luz de las heridas psicológicas y afectivas generadas tanto en las jóvenes que han dejado las HAM y sus familias, como en aquellas que permanecen dentro.
La situación de gravedad es tal que las medidas adoptadas por la Archidiócesis incluye la prohibición de admitir nuevas vocaciones ni continuar los procesos formativos de postulantes y novicias de primer año. Desde Madrid aclaran que “el resto podrán seguir su proceso de formación bajo la autoridad comisaria”.
De la misma manera, se limita toda actividad pastoral pública de las consagradas, que incluirían las tandas de ejercicios espirituales que imparten, así como su presencia como colaboradoras en los retiros de Emaús y Effetá.
Además, el comunicado diocesano detalla que las mujeres que formen parte del grupo solo podrán ser acompañadas espiritualmente y formadas intelectualmente “únicamente por personas designadas por la autoridad eclesiástica”, otra decisión que de alguna manera refleja las lagunas estructurales de las HAM.
A esta fiscalización global se llega después del informe presentado por las visitadoras canónicas designadas en febrero de 2025: Pilar Arroyo, de las hermanas de la Caridad de Santa Ana, y la calasancia Julia García Monge. Las investigadoras asignadas son dos rostros visibles y reconocidos de la vida religiosa española, en tanto que Arroyo fue secretaria general adjunta de la Conferencia Española de Religiosos (CONFER)y García Monge, además de ser secretaria general de la CONFER, actualmente trabaja en la Vicaría para la Vida Consagrada de la Archidiócesis.
Pilar Arroyo será a partir de hoy la comisaria extraordinaria de las HAM, asumiendo todas las responsabilidades de la superiora general, al menos durante un año prorrogable. “Tendrá como encargo revisar y reconducir aspectos fundamentales, tales como la estructura de gobierno, el plan de formación, la vida comunitaria y el acompañamiento espiritual, además de revisar estatutos, reglamentos y la gestión económica”, expone el comunicado de la Archidiócesis de Madrid. Esta intervención se asemeja a la ordenada por el papa Francisco sobre las religiosas del Instituto Servidoras del Señor y la Virgen de Matará, de la familia del Verbo Encarnado, que incluye tomar las riendas hasta de las cuestiones económicas.
Así pues, la intervención a la HAM, que incluye la salida de su máxima responsable, llega en pleno momento de aparente primavera de la asociación. De hecho, la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa fue su puesta de largo, por ejemplo, en lo que a sus proyectos musicales de evangelización se refiere. Vestidas con un uniforme compuesto con falda larga negra, chaleco negro, camisa blanca y sin toca, se las ha llegado a conocer como las monjas ‘influencers’, puesto que hicieron una apuesta firme por evangelizar a través de las redes sociales con píldoras espirituales denominadas ‘Diosidencias’.
Fue en noviembre de 2007, cuando el entonces cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, las aprobaba como asociación publica de fieles, con vistas a recibir la aprobación como congregación en un futurible por Roma. Reconocen sus inicios como comunidad en 1983 y como fundador al jesuita fallecido Antonio Mansilla Casas, su espiritualidad sería ignaciana, complementada con la impronta de Francisco de Sales, Teresa de Jesús y Juan de la Cruz. Dicen vivir “abandonadas a su Divina Providencia” y con Juan Pablo II como referente. Desde hace un tiempo su presencia en redes sociales se ha rebajado y han bloqueado su página web.
En paralelo a las Hijas del Amor Misericordioso, también existe una rama masculina, los Hijos del Amor Misericordioso, acogidos en la Diócesis de Getafe y sobre lo que, a priori no se ha adoptado ninguna medida canónica, más allá de la tutela correspondiente al tratarse de un grupo emergente. Además, las HAM también ha creado una red de laicos.
La intervención llevada a cabo con la Archidiócesis de Madrid se lleva a cabo tras informar las archidiócesis de Toledo y Sevilla y a la diócesis de Getafe. En Sevilla desembarcaron en las localidades de Sanlúcar La Mayor y Carmona. Tienen permiso de apostolado en la Archidiócesis andaluza desde 2011, pero no se establecen físicamente hasta septiembre de 2020.
En el caso de Toledo, regentan una casa de espiritualidad en Ocaña centrada precisamente en la formación, además de un noviciado en Escalona. Además, se les llegó a dar el visto bueno para que ocuparan el convento de las capuchinas en el casco histórico. Sin embargo, desde la Archidiócesis de Toledo explican que, cuando supieron del alcance de las denuncias a las Hijas del Amor Misericordioso a finales del pasado año, se les dijo que no podrían residir en el monasterio y meses se les comunicó que tenían que dejar el territorio eclesiástico al finalizar el curso.