La arquitectura como “mística de conjunto”

El proyecto ‘Opera Aperta’ luce entre andamios en el antiguo hospicio de peregrinos del barrio

El Vaticano vuelve a innovar, a sorprender, a dar ejemplo, a reivindicar la arquitectura al servicio de la sociedad. Es decir, como esperanza, compromiso social, lugar de encuentro y de responsabilidad compartida: “En una Bienal dedicada, como en este caso, al tema de la inteligencia, tanto humana como artificial, el pabellón de la Santa Sede se centra en el desarrollo de una inteligencia que siempre nos ha acompañado y que nos garantiza la posibilidad de un futuro verdaderamente humano, la inteligencia comunitaria, colectiva”, describe José Tolentino de Mendonça, cardenal al frente del Dicasterio para la Cultura y la Educación de la Santa Sede. La arquitectura, también, como diálogo, aprendizaje, cuidado y refugio.



“Ciertamente, las palabras inaugurales del papa León XIV  son providenciales –añade–, porque tender puentes es precisamente la base de esta inteligencia comunitaria que, juntos, queremos privilegiar”. El pabellón otorga una “nueva vida” al Complesso di Santa Maria Ausiliatrice construido en 1171 como hospicio de peregrinos en el barrio de Castello. “Al tiempo que restauramos el edificio histórico, restauramos también el tejido social, permitiendo a las asociaciones de Castello, y de toda Venecia, participar activamente, no como meros espectadores, sino como constructores del pabellón”, añade Tolentino, quien se empeñó en que el proyecto fuera un homenaje al décimo aniversario de la encíclica Laudato si’.

Pabellón parábola

“Como entendemos por la encíclica, que es un manifiesto para el siglo XXI, todo está conectado, la situación del hombre y la situación del planeta están vinculadas. En este sentido, es un pabellón parábola, porque queremos contar esta interconexión”, explicó el cardenal portugués a los medios vaticanos tras la inauguración. “Una parábola porque, al mismo tiempo que se reparan los muros y los detalles arquitectónicos del edificio –explicó–, también se sanan las relaciones de vecindad y la hospitalidad intergeneracional, reconstruyendo así simultáneamente el espacio físico y el espacio social”.

El proyecto ‘Opera Aperta’ luce entre andamios en el antiguo hospicio de peregrinos del barrio

El Dicasterio eligió a cuatro mujeres al frente del proyecto, denominado ‘Opera Aperta’. Dos arquitectas, la mexicana Tatiana Bilbao y la española Anna Puigjaner (Maio Architects), se han encargado del edificio, que fue el hospital más antiguo del centro histórico de Venecia, además de guardería, escuela y pensión. Otra arquitecta, la también española Marina Otero Verzier, profesora en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid, pone su experiencia en comisariados en la propia Bienal. Y la veneciana Giovanna Zabotti, directora artística de Fondaco Italia, tiende puentes con las asociaciones vecinales.

El resultado no solo ha sido premiado por la Bienal con una mención especial, sino que ha entusiasmado desde su apertura el pasado 10 de mayo. “Es una práctica viva de reparación colectiva”, lo describe Puigjaner desde su estudio barcelonés. “Propone la reparación como un acto radical –añade–, uno que va más allá de los edificios para cuidar de las instituciones, las comunidades, los ecosistemas y los frágiles vínculos que los unen”. O como manifestó Tolentino: “Una parábola porque la intervención sobre el espacio físico nos ofrece la oportunidad de reconstruir más, de reconstituir lo humano, lo social, en una época de fragmentación, de polarización, de soledad. Esta restauración del tejido comunitario necesita tiempo, necesita espacio. El pabellón quiere ser esto”.

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