La mística, anhelo de fusión con lo divino, también es música. La Ritirata, la formación que creó hace casi diecisiete años el violonchelista Josetxu Obregón (Bilbao, 1979), rescata a Juan Cabanilles, a Juan Manuel de la Puente, a Francisco Hernández y Llana, a Sebastián Durón, al imprescindible Juan Hidalgo, incluso a los italianos Giovanni Felice Sances y Antonio Caldara, maestros olvidados del primer Barroco.
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
“Es también un acto de justicia. Nosotros realmente nos dedicamos a intentar encontrar piezas que estén de alguna manera un poco olvidadas –explica Obregón–. Es algo que nos preocupa especialmente. Pensar hasta qué punto hay composiciones maravillosas que en su día se interpretaron, se estrenaron y después han quedado olvidadas en un archivo, en una biblioteca y nadie las ha vuelto a interpretar”.
Como apostilla el propio Obregón, con ‘Amor místico’ –el concierto que interpretan en el Corral de Comedias de Almagro y que también pondrán en escena en la Quincena Musical de San Sebastián o el Festival Camino de Santiago– “hemos tratado de aunar fuerzas entre la poesía y la música para mostrar un repertorio que fue un intento de alcanzar el amor de Dios”.
La poesía está en boca de casi todos; la música, en cambio, es una gran desconocida. “En este caso, hay un claro hilo conductor –prosigue–. Hemos tenido en cuenta que los textos de estas piezas musicales tengan relación con los versos que se van a leer y que la temática sea la idea de autores que han alcanzado esa intimidad espiritual de ser realmente místicos”. Lo canta la mezzosoprano Beatriz Olega: “Ya, Señor, el alma llega con profunda adoración”.
Interpretación histórica
Junto a los recitativos que entona la actriz Manuela Velasco de los poetas místicos –santa Teresa de Jesús, san Juan de la Cruz, María de Zayas o el Lope de Vega más sagrado–, Josetxu Obregón toca el cello barroco y Alberto Martínez Molina el clave y el órgano positivo, instrumentos con los que reviven las partituras tal como sonaron a finales del siglo XVI y primera mitad del XVII.
“Nos dedicamos a lo que se llama la interpretación histórica –añade Obregón–. La llamamos música antigua, interpretación histórica de la música antigua o interpretación históricamente informada de la música antigua. Viene siendo, simplemente, una interpretación de músicas del pasado intentando que suenen como en aquella época hubieran sonado”.
El recital lo abren con Giovanni Felice Sances (Roma, 1600–Viena, 1679), en concreto, con su ‘Il pianto della Madonna’, un motete ejemplo de lo que Obregón define como “una música que se valió de todos los recursos del ilusionismo y los trampantojos barrocos para aprehender y cautivar milagrosamente los sentidos del creyente”. Y lo aclara: “Está toda escrita sobre un bajo oscinato que va repitiéndose, mientras la cantante va interpretando melodías con todo el texto habitual del ‘Stabat mater’ en latín. Es un recurso barroco que repite la misma armonía, pero desarrollando el texto por encima, de tal manera que hay algo como repetitivo, de mantra”.
Obregón destaca también a Juan Hidalgo (Madrid, 1614-1685), y su “solo al Santísimo” titulado Esperar. “Hemos hecho una selección: la mayoría son españoles, también algún italiano. Hidalgo es uno de nuestros compositores barrocos más relevantes, aunque no es muy conocido, y tiene un estribillo titulado ‘Esperar, Sentir, Morir’ que es un texto religioso, si bien también compuso una versión similar con texto profano. El compositor dio dos visiones diferentes a una misma idea musical, la profana o la de ‘solo al Santísimo’. Tiene música realmente maravillosa y esta pieza, ‘Esperar, Sentir, Morir’, es absolutamente magnífica”.