Las vestimentas litúrgicas católicas protagonizan el desfile del alta costura de hombre de los diseñadores a pocos metros de La Sixtina
Desfile de Dolce&Gabbana
Atardecer en Roma. Arranca el particular ‘cónclave’ a cielo abierto convocado por obra y gracia de Dolce&Gabanna. A lo largo del Ponte Sant’Angelo, alineados sobre unas peanas, se contemplan varias decenas de hombres de avanzada edad revestidos de cardenales con gafas de sol. Como si estuvieran listos para emitir su voto en modo ‘after’. Y, sí, las caras de los electores elegidos resultan familiares. Tanto que se trata de los mismos extras fichados Edward Berger, el director de la oscarizada película por su guion que tanto se ha visitado y revisitado en estos últimos tres meses.
Los purpurados ‘fake’ permanecen impertérritos mientras suenan unos compases épicos y el primer modelo avanza en una alfombra amarilla ubicada frente al castillo pontificio. Improvisada pasarela sobre la que camina un joven que viste camisa y pantalón blanco que apenas se pueden ver bajo una bata, que en realidad juega a ser una casulla, con el hilo de oro propio de los ornamentos litúrgicos, pero con unos estampados que juegan a dibujar los retratos de distintos papas. En realidad, representan la elección papal de 1903. Curiosamente la que tuvo lugar tras la muerte de León XIII, el pastor de la Doctrina Social al que ahora evoca León XIV. Pura providencia, puesto que la pieza comenzó a coserse hace un año, cuando nadie imaginaba la fumata blanca de Robert Prevost.
Tras él, continúan emergiendo los diseños desde el Castillo Sant’Angelo. Más de cien ‘looks’ que van desde un pantalón en violáceo episcopal como una camisa guayabera que simula ser un alba, pasando por la reinvención de una sotana convertida en traje de tres piezas para monaguillos como ‘outfit’ de una noche de fiesta o por un incensario que juega a ser un complemento más para una tarde de paseo.
Lo barroco y lo sacro se fundían en cada diseño, que los especialistas en moda, lejos de tacharlo de provocación o sacrilegio, lo han identificado como un signo de sincretismo cultural llevado a la indumentaria y un reconocimiento a la artesanía italiana que está detrás de los ornamentos litúrgicos. La moda convertida incluso en rito secular salpicados por cruces cargadas de piedras semipreciosas, bordados y corsés en oro…
La iconografía católica una vez más centra una colección de la pareja de diseñadores italianos más internacional, Domenico Dolce y Stefano Gabbana, que se han confesado católicos en público. Y esa fe parecían profesarla con cada puntada y cada uno de los pases que ora recordaban a Fellini, ora a Sorrentino.
Esta puesta en escena en realidad era doble. Mientras la colección masculina se presentaba en los aledaños vaticanos, la propuesta femenina de alta costura se dio a conocer en la Via Sacra de los Foros Imperiales, dibujando a mujeres emperatrices victoriosas.
