“Debemos asegurarnos de que la gente no traiga la guerra consigo a casa”, señala el obispo responsable de los servicios castrenses
La guerra en Ucrania continúa y esto se vive especialmente en los servicios castrenses de las diócesis. El responsable del Departamento de Capellanía Militar de la Iglesia Greco-católica Ucraniana es el obispo auxiliar de la Eparquía de Stryi, Bohdan Manyshyn, y sabe lo que es acompañar el dolor de los soldados o curar las heridas de los veteranos o de quienes han perdido a un familiar.
El prelado relataba a los medios vaticanos que “hoy, los capellanes, así como los voluntarios, los médicos y las familias de militares, nos encontramos en la línea divisoria entre la paz y la guerra, y debemos asegurarnos de que la gente no traiga la guerra consigo a casa”. Esta es una de las experiencias que ha compartido dentro del Sínodo de los Obispos de la Iglesia greco-católica ucraniana, que se ha celebrado en Roma del 30 de junio al 10 de julio en torno a la cuestión de la pastoral familiar en el contexto de la guerra. Una cuestión sobre la que han concluido que “la condición esencial para acompañar a estas familias y a otras personas en dificultad es la conciencia de que somos nosotros quienes las necesitamos: sirviéndolas, podemos ver cuán cristianos somos, cuán cerca estamos de Dios, cuán amados nos sentimos y cuán capaces somos de amar”.